Un pesebre, la RAE lo define entre otras cosas como “especie de cajón donde comen las bestias”. Si nos ponemos a pensar que en un pesebre nació nuestro Salvador, tal vez tengamos en cuenta realmente hasta qué punto se rebajó Nuestro Señor. En estos tiempos, Cristo quiere nacer en tu corazón y ese pesebre tal vez sea muy diferente al que crees que tienes…

1.- Pesebre lleno de comida

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Este pesebre es muy común: un pesebre lleno hasta el tope, lleno de comida. Sin embargo, ese pesebre tiene una finalidad diferente pero como ese pesebre está solamente llenándose de comida, no se tiene en mente siquiera el verdadero fin. En diversas ocasiones, nos pasa igual con nuestro corazón, al estar lleno de otras cosas que no dejan a Dios reposar en ese pesebre, ese pesebre en el que Él quiere nacer.

2.- Pesebre dejado al olvido

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¿Tu posarías a un bebé recién nacido en una silla para bebés que tiene las patas vencidas, los cinturones deshilachados y algunas partes quebradas? Si dijiste que sí y piensas que no hay ningún peligro, te invito a que vayas a hablar de esto con alguien profesional. Si dijiste que no, felicidades por tener amor a la vida y sentido común. Ese pesebre en el que debe de nacer Nuestro Salvador debe de ser un pesebre cuidado, debe de ser un pesebre firme, un pesebre tal vez recién pintado, lavado…jamás debemos de dejarlo al olvido. Nuestro corazón no debe de ser olvidado, nuestro corazón debe de ser cuidado.

3.- Pesebre astillado

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Cualquier cosa de madera que esté astillada es preferible no acercarte. Las astillas son molestas al punto de realmente ser un verdadero y muy fuerte dolor en ciertas ocasiones. Si tienes un pesebre astillado, ni siquiera pondrías algo para que se alimentaran las bestias ahí…mucho menos un bebé. Hay veces que a pesar de que nuestro corazón sigue funcionando bien, está astillado, como si tuviera espinas. Cerrado, enclaustrado. Ese corazón, tal vez, se lastimaría a sí mismo, tal vez se está ahogando a sí mismo. Ese no es un lugar para el Nacimiento del Salvador.

4.- El Pesebre

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Este no es cualquier pesebre. Este es EL pesebre. Un pesebre hermoso por su sencillez, un pesebre reluciente a pesar de ser tan viejo o un pesebre expectante al ser tan nuevo, un pesebre pulcro, un pesebre que sabe que su papel en esta vida es llenarse no de comida, si no de amor. Amor convertido en niño, en un bebé recién nacido. En un bebé recién nacido que ahora espera no un pesebre, pero espera tu corazón.


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Rubén Iracheta

Rubén es miembro del equipo ya hace bastante tiempo y en palabras suyas: "En resumen, cada vez mas cerca de ser Iron Man".

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