Hola, espero que estés muy bien. Hoy te voy a contar un cuento, pon mucha atención porque probablemente la historia se parezca a alguna que tu conoces. Dice más o menos así:

Érase una vez Rubén, un ingeniero industrial trabajador de maquila. Rubén vive en un mundo caótico, entra a trabajar a las 6 de la mañana y sale 7 de la tarde, estudia una maestría online, escribe para un blog de noticias, desayuna mientras maneja, pospone la alarma numerosas veces. Además cuida de Ana María, su hermana menor, ya que su mamá enfermó y ha estado en cama desde hace dos meses. Rubén vive en automático, toma siempre el mismo camino al trabajo y nunca se detiene a observar las maravillas a su alrededor.

Era víspera de Navidad

Todo el mundo está ocupado comprando regalos y preparando la cena navideña. Rubén está supervisando las líneas de producción, revisando que se haya cumplido las metas del día, y es entonces cuando algunos de los operadores le desean feliz Navidad. Va a su oficina y pensativo recuerda que ignoró las invitaciones del grupo de jóvenes para acudir a los eventos de Adviento. Su familia estaba reunida para celebrar, pero Rubén era incapaz de celebrar la vida trágica que tenía. Lo que sí iba a disfrutar era poder dormir hasta tarde, luego de ver algunos capítulos de su serie favorita en Netflix, tomó un pan, le dio un beso a su hermana en la frente, abrazó a su mamá y estando en su su cuarto.

Estando su cuarto algo muy raro pasó: aparece una luz resplandeciente, y escucha una voz, no había duda de quién era, no lo podía confundir, era la voz de Lacho, compañero del grupo de jóvenes en el que estuvo. Lacho le dijo: -¡Tienes que recapacitar y disfrutar de la vida! No seas como yo fui, despierta. Le dijo que en las siguientes noches vendría a visitarlo el Espíritu Navideño.

El Espíritu de las Navidades Pasadas

La primera noche. El espíritu Navideño lo llevó al lugar donde él había crecido y le mostró varios lugares y Navidades pasadas. Cuando él estaba en la preparatoria, donde junto con sus compañeros adornaban la escuela y compartían con sus familias al llegar a casa. Otra ocasión donde ayudaba en la preparación de adviento en la parroquia en la que servía. Le mostró cómo reía junto a sus padres y hermanos. También lo llevó a su cuarto abandonado y triste, haciéndole recordar ese momento de soledad apartado de su familia, aunque aparentemente eso era lo que más quería.

El Espíritu de las Navidades Presentes

A la segunda noche, Rubén esperaba impaciente al Espíritu Navideño. Vio una luz muy grande que provenía del otro cuarto. Rubén entró. Las paredes eran verdes y había miles de platillos de comida y una gigante antorcha resplandeciente, era, efectivamente, el espíritu de las navidades presentes.
Ambos se trasladaron a las calles de la ciudad donde Rubén vio la decoración de luces y los villancicos sonaban a todo volumen “con mi burrito sabanero voy camino de Belén”.

Después lo llevó a casa de Beto, su amigo de la infancia. Vio a su familia y lo felices que eran a pesar de que, el pequeño Mateo, estaba enfermo. Finalmente lo lleva al cuarto de su mamá, donde vio cómo todos gozaban y disfrutaban de la Noche Buena, esperando la Navidad alrededor de ella. Los vio haciendo oración, dieron gracias por lo recibido, pidieron por Rubén que ya casi no lo veían. Los vio comiendo, riendo y jugando. Después de esto regresó a su cuarto.

El Espíritu de las Navidades Futuras

A la noche siguiente, esperaba Rubén al Espíritu Navideño. Esta vez estaba era una luz opaca. Era el espíritu de las navidades futuras. Le mostró que en las calles que la gente hablaba de que alguien había muerto. También llegaron a casa de Beto y fue cuando vio que, Mateo ahora de 15 años había fallecido y todos estaban muy tristes.

Por último, lo llevó a ver el cadáver de este hombre, estaba en su cama tapado con una sábana, solo. Al final, descubrió que el señor que había muerto era él mismo, Rubén Hernández.

Fue entonces cuando despertó y se dio cuenta que todo había sido un sueño. Vio en la pantalla del celular que era 24 de diciembre, aún estaba a tiempo de celebrar Noche Buena y esperar la Navidad. Se levantó motivado y reflexionando sobre su vida, agradeció por la aventura de la noche anterior, tenía un nuevo corazón. Se alistó y lo primero que hizo fue visitar a Beto, lo abrazó, le dio un regalo para Mateo y le hizo saber que contaba con su apoyo.

El Espíritu de un Nuevo Corazón

Muy feliz porque tenía la oportunidad de cambiar su vida, se dirigió a casa. Al llegar abrazó y besó a todos, pidieron a un celebrante llevar la comunión a su mama y con sus hermanos fue a misa a dar gracias. Se reunieron y disfrutaron el calor que emanaba del amor de su familia. Al día siguiente fue con sus amigos para preparar donaciones y hablar de Dios a los más jóvenes.

Desde entonces disfruta cada momento en el trabajo y en su hogar, comparte el espíritu de Dios y todos a su alrededor se contagian de su alegría. Pues le abrió el corazón al Espíritu Navideño, que es Dios, y al dejarlo entrar iluminó ese día y todos los días para siempre. A Rubén se le dio de nuevo la oportunidad de vivir con Dios en su corazón.

Y tú ¿has sido víctima del Scrooge?

El Scrooge es un término que se utiliza para referirse a personas con corazón de piedra, a raíz de la novela A Christmas Carol, donde el protagonista odia la Navidad. ¿Te ha pasado algo como lo que vivió Rubén?, ¿La rutina del día a día te ha distraído de la Navidad? ¿Cuál otro final feliz te gustaría para tu vida?

Te invito a llevar a todas partes el espíritu de la Esperanza que trae consigo la Navidad, el nacimiento de Dios, principalmente a quienes mas necesitan de Él. ¡Tú puedes ser esa esperanza para ellos! 🙂


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Humberto Nieto

Hola soy Humberto Nieto, EL Señor me llamo a servir en mi juventud en el coro de San Francisco de Asís en Chihuahua y de ahí a servir en retiros, pascuas juveniles y junto con mi esposa somos coordinadores de la comunidad 195 en el Encuentro de Novios, soy ingeniero en sistemas, me encanta predicar y cantar con todo mi corazón a Dios.

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