Cuando tenía 8 años aproximadamente, transmitían un programa en la televisión que a mis hermanas y a mí nos gustaba mucho ver, quizás lo recuerdes, se llamaba: “El gran juego de la oca”
Si nunca te tocó ver el programa te contaré a grandes rasgos en qué consistía.

El juego de la oca

Convertían la locación del programa en un tablero gigante con 63 casillas. 4 personas concursaban y según su turno, arrojaban dos dados y tenían que avanzar el número de casillas indicado en el resultado de los dados. La finalidad del juego era competir para ser el primero en llegar a la meta y así obtener el dinero que iban apostando y doblando conforme superaran las pruebas.

Cada casilla tenía una prueba diferente. Iban desde retos fáciles y graciosos como imitar pasos de una coreografía lo más fielmente posible a la original, otro sobre contestar 5 preguntas correctamente para evitar ser depilado de las piernas con cera caliente hasta retos complicados y extremos como entrar en un túnel con serpientes y buscar la llave para salir por el otro extremo y otro como meter la mano en 6 urnas oscuras para buscar letras y componer una palabra sorteando todo tipo de animales e insectos que pudieran haber dentro de cada urna.

Ver el programa nos creaba un sinfín de emociones a mis hermanas y a mí. Nos alegrábamos, llorábamos, nos desesperábamos junto con los concursantes ante las pruebas difíciles que les tocaba pasar.

Dejar mi ciudad y la casa de mis papás para vivir en una ciudad diferente en donde estaba mi trabajo, enfrentarme a un nuevo mundo con la ayuda de pocas personas, enfermedades que enfrentaron mis allegados, muertes de seres queridos, decepciones amorosas, atravesar por situaciones económicas difíciles, etc. etc.

Yo la concursante principal

Y para no hacerte el cuento tan largo, de pronto un día puse a imaginarme que era YO la concursante principal del gran juego de la oca. Aquella que tenía que tirar los dados y ¡va! hacer tripas corazón, aceptar el reto, pasar por la casilla y experimentar mi prueba.

Hay momentos en los que quizás has llorado, gritado, te has querido rendir. Hay momentos en los que la prueba sobrepasa tus expectativas de la vida o crees no tener las fuerzas necesarias para salir adelante pero descubres que lo único que queda es seguir, avanzar, a pesar del túnel de serpientes, a pesar de la caja desconocida con insectos y animales y a pesar de todos tus temores.

Dice en 1°Pedro 1, 6-7: “Por esto estén alegres, aunque por un tiempo tengan que ser afligidos con diversas pruebas. Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más”.

Me gusta imaginarme la vida como un juego


He vuelto a tener muchas dificultades más pero ahora vivo cada prueba sabiendo que Dios es mi principal aliado, mi entrenador pero quien no se queda solo mirando desde la banca sino que en cada prueba siento su presencia en mí. La motivación de saber que viviré este juego adquiriendo experiencias y aprendizajes y que al final obtendré mi premio que es muy distante a ser una recompensa monetaria, el premio de la vida eterna.

Concluyo con esta cita bíblica de Filipenses, y con esto te invito a que sigas, a echarle ganas, a jugar, a vivir cada una de tus casillas con todas las emociones que conlleva porque al final, créeme, saldrás victorioso 😉

“No creo haber conseguido ya la meta ni me considero un <perfecto>, sino que prosigo mi carrera hasta conquistarlo, puesto que ya he sido conquistado por Cristo. No, hermanos, yo no me creo todavía calificado, pero para mí ahora sólo vale lo que está adelante; y olvidando lo que dejé atrás, corro hacia la meta, con los ojos puestos en el premio de la llamada de Dios en Cristo Jesús”. Fil 3,12-14


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Lorena Garza

¡Hola! Soy Lorena Garza. Pasé mi adolescencia y juventud en los grupos de la Iglesia en donde encontré el gran amor de Dios. Me gusta mucho pasar mi tiempo con mi familia, esposo, amigos y ¿por qué no?, conmigo misma. Intento siempre llevar paz y positividad en donde me encuentre. Aquí te dejo una de mis citas favoritas escrita por Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta." Aqui te dejo una de mis citas favoritas escrita por Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta."

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