Ésta es la historia de Jadav Payeng, quien, en 1979, cuando tenía 16 años, se encontró con la situación crítica de la Isla pluvial llamada Majuli, en su tipo la más grande del mundo.

Lo que sucede con esta isla es que está siendo víctima de la erosión, por lo que, con el paso del tiempo, y a una velocidad que puede preocupar, va poco a poco perdiendo su extensión. Por esta razón, en ese entonces el joven Jadav decidió comenzar a plantar árboles en la isla, y así lo ha estado haciendo durante 39 años.

Con esta misión de rescate que se propuso, ha logrado plantar 550 hectáreas (más que Central Park en Nueva York), además de que se ha convertido en el hogar de diferentes especies de animales, como tigres de bengala, ciervos, rinocerontes y hasta elefantes, los cuales han encontrado ahí un refugio donde se pueden resguardar de la caza irresponsable.

Responsabilidad vertical y  horizontal

¿Alguna vez has escuchado decir que un cristiano debe ser un buen ciudadano? Pues esta frase podría servirnos para recordarnos que como seguidores de Cristo tenemos una responsabilidad con el mundo, una responsabilidad que se puede entender a partir de la vida de fe, que se puede considerar bajo dos aspectos: uno vertical y el otro horizontal. El primero se refiere a la relación que tenemos con Dios, mientras que el segundo nos habla de nuestra relación con la creación.

Esto quiere decir que, al tener nuestra experiencia de Dios, en la cual entramos en una dinámica de diálogo en donde nos descubrimos amados por él y reconocemos ese amor como un don, nos damos cuenta de que ese don de amor no puede ser estático, sino que debe estar en acción, y es ahí cuando se da el movimiento horizontal de la fe, es decir, cuando nuestra relación con Dios es aterrizada en lo cotidiano, y ese amor se ve transformado en obras. En el caso de Jadav, de quien no sabemos si sea cristiano o no, podemos ver de manera explícita que él comprende el sentido de responsabilidad para con el mundo y decide entrar en acción y hacer algo por cuidar de la creación.

Hagamos algo por nuestro mundo

Ojalá todos tomemos sus acciones como ejemplo, y nos inspiren a hacer algo por nuestro mundo, nuestra casa común. Bien expresa el Santo Padre en su carta encíclica Laudato si’: “cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán Gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho” (33).

Estamos en un momento en el que más que nunca es necesario que todos tomemos conciencia de lo que sucede con nuestro planeta, la riqueza ecológica que se está perdiendo, a la vez que no dejamos de contribuir negativamente a la situación. Tal vez no necesariamente tenemos que ponernos a plantar 550 hectáreas de árboles, sino que podemos hacerlo en lo pequeño: plantar un árbol, evitar tirar basura en la calle, reducir el uso de desechables, o incluso organizar brigadas de reforestación en parques o en lugares donde haga falta. El punto es que nos propongamos hacer algo por el lugar en el que vivimos, y podamos contribuir a mejorar el lugar en donde viven nuestros hermanos, y ése será entonces un verdadero acto de amor y una muestra de cómo el encuentro con el Creador ha calado en nuestras vidas y nos lleva a la acción.

Puedes ver el documental de  esta historia aquí

https://youtu.be/HkZDSqyE1dohttps://youtu.be/HkZDSqyE1do

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David Zubia

Él tiene 23 años y es estudiante de Lingüística Antropológica. Le gusta la fotografía, reírse de todo y compartir la alegría que Dios ha puesto en su vida.