La Biblia nos relata que en aquellos tiempos, Herodes se casó con la esposa de su hermano Felipe llamada Herodías.

Juan el bautista al percatarse de esto le dijo al propio Herodes que estaba cometiendo pecado de adulterio el cual no era lícito y este último lo mandó encarcelar. Herodías aborrecía a Juan por hacer esos señalamientos, pero Herodes no era capaz de matarlo pues en cierta parte le tenía respeto y lo escuchaba con gusto cuando predicaba.

El suceso fatídico

Llegó el cumpleaños del rey Herodes, organizó un banquete a donde invitó a la gente destacada de Galilea, Herodías desde luego que estaba invitada. Durante la fiesta la hija de Herodías bailó durante el festejo gustando Herodes y a todos los presentes.

Ante esto Herodes le dijo a la bailarina que le pidiera lo que quisiera, que él era capaz de darle la mitad de su reino. Ella fue con su madre, Herodías, para que le ayudara a saber qué pedirle y esta le dijo que le pidiera la cabeza de Juan que estaba preso, Herodes se entristeció, pero mandó llamar al guardia y ordenó cortarle la cabeza a Juan y traérsela en una charola. El guardia hizo caso y les entregaron la cabeza de Juan a Herodías y su hija.

Ahora entienden porque digo que Juan no perdió la cabeza por culpa de Herodes ¿sino a causa de Jesús? No podemos dejar de lado el asesinato el cual es pecado mortal que cometió Herodes. Sin embargo Juan decidió no quedarse callado ante una situación que atentaba contra la ley de Dios. Defender lo que él creía y profesaba le causó la muerte. Hay tres puntos que yo reflexioné sobre este pasaje de la Biblia.

Juan fue mártir a causa de Jesús, el no escatimó en levantar la voz y señalar lo que estaba mal. Con esto incluso se ganó el odio de Herodías a quien por supuesto le perjudicaba, pues ella quería vivir su vida de placer sin ser juzgada.

La persecución en nuestra contra

En la actualidad existen muchos conflictos ante los cuales también debemos levantar la voz como Juan lo hizo en su momento. Tenemos miedo de manifestarnos católicos, nos quedamos callados antes los actos que van en contra del amor de Dios.

En el tema del aborto preferimos no opinar puesto que nos tacharan de fanáticos e insensibles, cuando platicamos con amigos que ya empezaron su vida sexual sin haberse casado, sólo escuchamos porque que anticuado defender el hecho de tener relaciones sexuales hasta el matrimonio.

Son dos ejemplos de miles en los que preferimos reservarnos nuestra convicción por miedo a ser juzgados. Juan no le tuvo miedo a esos juicios, porque estaba seguro del Dios al que profesaba, porque había sentido el amor en su máxima expresión, porque había sido testigo en su vida de la grandeza del señor. Y nosotros ¿no?, por supuesto que sí.

La otra persecución se presenta disfrazada como cultura, disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso: es una persecución —yo diría un poco irónicamente— educada. Se reconoce cuando el hombre es perseguido no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del hijo de Dios.

Por lo tanto, es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos. Y así vemos todos los días que los potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino y una nación que no sigue estas leyes modernas, cultas o al menos que no quiera tenerlas en su legislación, es acusada, es perseguida educadamente. (Homilía de S.S. Francisco, 12 de abril de 2016, en Santa Marta).

Aunque no nos justifica sí se puede entender que estamos en una nueva era de persecución religiosa, tal vez de manera distinta, menos violenta físicamente pero dura de manera verbal. Es momento de decir “basta”, de no quedarnos callados, de prepararnos con conocimiento, oración y eucaristía para contestar ese tuit que busca imponer una idea relativa, comentar ese post que invita a una vida de placer, diferir en las reuniones con aquellos que se han dejado llevar por ideas falsas de la vida.

Que siempre vaya el amor por delante al defender nuestras creencias, teniendo como objetivo abrir los ojos a quienes han sido cegados por las tinieblas disfrazadas de ideologías. Hay que perder la cabeza por Jesús, que estemos tan locamente enamorados que no nos importe, Juan lo único que hizo fue predicar el reino de Dios para después gozarlo.

Por otra parte también podemos comprender de este pasaje bíblico, que el pecado nunca tiene un fin bueno. Al contrario nos coloca una venda en los ojos para que cada vez vayamos aumentando nuestras faltas. Herodes empezó cometiendo adulterio y termino matando a Juan a quien incluso le tenía un poco de aprecio. Debemos de ser conscientes de cada decisión que tomamos, canalizar nuestras emociones y pensamientos.

Detenernos por un momento y preguntarnos ¿Esto a dónde me lleva? ¿A Dios con quién me siento amado o amada? Herodes se perdió en su propia lujuria y egoísmo, mientras la hija de Herodías bailaba solamente pensó en él y en el placer que corría por su cuerpo, no le interesó decapitar a quien llegó a escuchar con gusto cuando predicaba. Perdió conciencia del plan que Dios tenia para él.

Que no nos pase, no digamos la típica frase de “Que tanto es tantito”, cuando se está con Dios lo es todo o nada. Podrá ser difícil pero estando cerca de él nada faltará. No digamos esa mentira piadosa que no hace daño a nadie, porque quizás después podremos afectar la vida de nuestro prójimo sin habernos dado cuenta.

Estas dos reflexiones dejémoslas en nuestro corazón, pongámonos en manos de Dios para defender su amor aquí en la tierra. No se trata de pelear, ni atacar, ni mucho menos odiar. Se trata de debatir con el único fin de que todos seamos parte algún día de su gloria, pero para eso tenemos que empezar a preparar el camino aquí en la tierra donde todos habitamos y en donde cada día acciones que van contra la voluntad de nuestro Padre se normalizan.

Oremos por lo que no conocen a Dios y oremos para que nos dé la capacidad de transmitirlo. No seamos un Herodes que se pierden en el mundo. Seamos como Juan que perdió la cabeza por Jesús.


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Fernando de la Fuente
Estudia Ciencias de la Comunicación, tiene 21 años y es reportero de noticias. Tiene 7 años de misionero y 4 años de servicio en un grupo de adolescentes. Reír es su hobbie favorito, orar su mejor instrumento para estar cerca de Dios y amar su mejor forma de vivir.

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