Te platico un poco el contexto. La casa de mis papás en donde crecí junto con mis hermanas, está a 3 cuadras del templo de San Antonio de Padua de la ciudad en donde vivimos. Entonces, desde niña era lógico que fuéramos asiduos a esa Parroquia y en mis recuerdos más preciados de la niñez, están las misas ahí con el Padre Pepe cantando “Serenata sin Luna” al exponer el Santísimo y el Padre Paco siempre dando ejemplos en la Homilía de los juegos de fútbol de las Chivas contra el América. Sin embargo, la ciudad creció, muchísimas colonias empezaron a formarse alrededor del terreno de la Parroquia y hubo necesidad de construir otro templo enseguida del primero, pero esta vez con capacidad total de 4,000 personas.

En la parte de atrás del “templo grande”, como todos le llamábamos, pintaron una imagen que yo creo ha de medir unos 3 mts. de ancho por 2 mts. de alto, en donde está San Antonio sosteniendo la Sagrada Eucaristía, y una mula postrándose a Ella, con toda la gente admirada a su alrededor.

Testimonio de amor

La imagen desde el principio captó mi atención e indagué un poco sobre aquél hombre que vivió realmente esa escena en algún momento. En resumidas cuentas, encontré que él vivió solo 36 años en este mundo y que era un Santo al que le atribuimos muchísimos milagros.

El amplio conocimiento que él tenía sobre las Escrituras, la facilidad de prédica, su espíritu de profecía y ese don de milagros tan espectacular, definitivamente lo hicieron un hombre muy especial. A lo mejor habrás escuchado que es el Santo de las cosas perdidas, inclusive oíste que en alguna ocasión al ser rechazado por una gran cantidad de gente que no quería oír su prédica, decidió mejor hablarle de Dios a los peces del lago, quienes asomaban la cabeza del agua para escucharle, y la gente poco a poco fue convirtiéndose al ver el milagro. Puedes googlear más sobre él para que leas todos sus milagros y su historia, que está interesantísima.

¿Qué significa para mí?

Yo tengo 31 años y encontré mi vocación en el matrimonio; soy feliz esposa y mamá de 2 bebés. Sin embargo, desde temprana edad tengo la convicción de que estamos en el mundo para dejarle a las siguientes generaciones un mejor lugar del que encontramos, ya sea físicamente en el cuidado del planeta, como en resaltar los buenos valores, la enseñanza, la actitud positiva, la cordialidad entre las personas, y obviamente, la fe en Aquel a quien debemos todo cuanto somos.

Pienso que forjé la persona que hoy soy gracias a ese lugar físico, el templo de San Antonio de Padua en donde me formé en la fe durante mi adolescencia y juventud en los grupos parroquiales, y en donde finalmente me casé. Esas paredes y ese techo, me vieron crecer, preguntar, indagar, evangelizarme, decirle que sí al Señor, predicar, enseñar y amar.

Y todo gracias a un buen hombre de Dios, Antonio, que con su ejemplo y sus pocos 36 años en el planeta, me mostró que basta reconocer cuán grande es el Señor, y dejarse mover y utilizar por Él, confiando en los dones que ha depositado Él en nosotros, para que su Palabra convierta corazones y los vuelva hacia Él.

Dios es un escritor. Y necesita dar un mensaje al mundo… Te invito a que hoy le digas “¡Aquí estoy, Señor!”, y te dejes usar por él, como su máquina de escribir, para que Él por medio de ti pueda transmitir ese mensaje como lo hizo con San Antonio alguna vez, y lo sigue haciendo. Te garantizo, que no te arrepentirás de ello.


¿Te gustó? ¡Comparte con tus amigos!

Lulú Garza

Lulú es Licenciada en Administración y tiene Maestría en Ingeniería. Ha pertenecido a la comunidad de servicio de distintos grupos parroquiales en donde ha trabajado con jóvenes, fue misionera, y parte del Equipo Base de Pastoral Diocesana de Adolescentes de Chihuahua. Actualmente cumple con su Misión de existir en su vocación: Su matrimonio!

Comments

comments