Si has tenido la oportunidad de visitar la Basílica de Guadalupe, eres o fuiste parte de los 20 millones que la visitan cada año, seguro sabes que la Basílica es mucho más que un destino turístico.

Este artículo está pensado en todos nosotros. En quienes ya la conocemos, para ampliar nuestra experiencia, porque como dicen recordar es volver a vivir. Y para ti, ya que si tienes planes o la ilusión de visitar a la Morenita también te viene perfecto, entre más información tengas, más podrás disfrutar tu visita.

También es para tí que tal vez sólo la conoces en fotos o por la televisión porque la belleza de este lugar reside en María y ahí junto a nuestra madre, todos estamos invitados a estar.

¿Por qué María tiene ese poder de convocatoria?

La cantidad de visitantes que recibe la Basílica anualmente es impresionante, pero ¿Por qué este poder de convocatoria? ¿Qué la hace tan especial? ¿María en la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe quiere o necesita toda esta atención? la respuesta es NO.

La bella historia de la fundación de la Basílica nos lo demuestra y nos va explicando también su propósito. Tal vez estés familiarizado o hayas escuchado un poco acerca de esto, de su manto, de San Juan Diego o de la imagen que quedo plasmada en su ayate.

Le encontró en su vida cotidiana

Fue en 1531, en pleno proceso de conquista, ocurrió que María, con una misión, se presentó ante este hombre, humilde en el corazón, a quien llamó “el más pequeño”, le encontró en su vida cotidiana, en sus preocupaciones, le detuvo y como si el verla no fuera privilegio suficiente, le dio de parte de Dios una misión.

Resulta curioso cómo Dios elige a “los más pequeños” al humilde, al tartamudo, al hijo menor, al hijo único, para ser punta de lanza, para hablar, para comunicar con su vida un mensaje.

¿Recuerdas el mensaje que Santa María le dio? ¿Recuerdas lo que le pidió? Un lugar donde pudiera dar amor, compasión y auxilio. El evento transformó no sólo la vida de San Juan Diego, rápidamente se propagó por la comunidad, las personas no dejaban de visitar la zona, por lo que se construyó allí, en el cerro de Tepeyac una pequeña ermita que con el paso del tiempo dio lugar a un templo.

Aquél momento fue fundamental para la evangelización, el mensaje de María era claro, ella es la madre del ÚNICO DIOS, y Dios, deseaba ser cercano por medio de ella, y en aquel lugar.

Dios se vale de un sinfín de medios para estar cerca

Sin duda Dios puede, y es cercano siempre y en cualquier lugar, valiéndose de un sinfín de medios, reunirnos, acudir a su encuentro, buscarle, esa es nuestra necesidad. ¿Quién no ha sentido consuelo al escuchar las palabras “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”.

La Basílica de Guadalupe resguarda dos tesoros, la Eucaristía y la imagen de nuestra Madre que se quedó plasmada en el ayate de San Juan Diego, como prueba no sólo de su visita, si no de su promesa de quedarse en el pueblo mexicano y sigue intacta.

Así es el hogar de la Virgen de Guadalupe

Está ubicada al norte de la Ciudad de México. Tiene una capacidad de 10 mil personas sólo en la nave principal, está abierta los 365 días del año. El llamado Santuario es el templo más importante del recinto Guadalupano, es ahí donde se resguardan estos tesoros de la fe y se ofician misas desde las 6 am y hasta las 8 pm, sí ¡¡cada hora!! A un lado encontramos la antigua Basílica o Templo expiatorio a Cristo Rey.

Este templo es de gran belleza barroca, y fue hogar de la Virgen de Guadalupe durante 267 años, desde su apertura en 1709. Cuenta también con un museo y hermosos jardines para descansar y meditar.

Así que no, no es que Santa María necesite de un templo, somos nosotros quienes nos acercamos a ella en busca de consuelo y amor.

Lo primero que salió de su boca fue: ¡Mamá!

Me gustaría mucho contarte una historia que escuché hace tiempo de un sacerdote. Él contaba que de pequeño solía jugar con su hermano, y en uno de esos juegos el cayó en una cerca y se lastimó la pierna, era un niño pequeño con una pierna herida que sangraba, estaba asustado y lo primero que salió de su boca fue ¡Mamá!.

Él sabía que su mamá no podía quitarle mágicamente el dolor, no podía curarlo pues la herida era grande, tampoco sabría suturarlo, pero cuando estuvo en sus brazos supo que todo iba a estar bien, pues ella se encargaría de llevarlo con quien sí podía curarlo, en este caso era el doctor.

Esta historia la relaciono con María, ella no es quien nos sana, no hace milagros (contrario a lo que la cultura y los programas de televisión quieren erróneamente enseñar), ella no es Dios, pero cuando estamos heridos, o tenemos problemas, sabemos que si estamos en sus brazos, estamos a salvo por que ella nos llevará con quien SÍ puede sanarnos, con él que sí puede cambiar nuestra vida.

Esa es la razón por la que tantos vamos y nos ponemos bajo su cuidado, por la que muchos de esos 20 millones de personas, y desde hace más de 500 años visitamos la Basílica, ella nos lleva a Dios.


¿Te gustó? ¡Comparte con tus amigos!

14 shares
Dinorah Hernández
Ha experimentado la presencia de Dios en su vida desde muy pequeñita, El da sentido a todo lo que hace, tiene una familia grande a la que ama mucho, y esta familia creció aún más cuando encontró su vocación en el matrimonio, Dios puso un gran hombre su vida. Es educadora por profesión, le encanta trabajar con niños, encuentra en ellos una forma de servir, le gusta leer, dibujar y pintar. Pertenezco a un grupo de matrimonios jóvenes y proclama la palabra en misa.

Comments

comments