Como católicos, muy seguramente todos nos hemos encontrado en la escuela, trabajo, grupo de amigos, o cualquier otro ambiente en donde nos desenvolvemos, con personas que preguntan (ya sea con  buena o mala intención) acerca de los bienes que tiene la Iglesia, argumentando que son demasiados y que se podrían hacer grandes cosas en beneficio de la humanidad si éstos se vendieran o se donaran. Y mucha gente dice que la Iglesia Católica es capaz de terminar con el hambre en el mundo hasta tres veces con todo el dinero que tiene, y acabar con la pobreza y miseria del mundo si así lo deseara.

Como institución, la Iglesia busca hacer algo en favor de todos.

El deseo de la Iglesia es hacer algo al respecto en estos casos de injusticia social, pobreza, hambre y miseria, pero desde luego que no es una tarea sencilla. Como institución, busca (buscamos, pues la Iglesia somos todos) hacer algo en favor de nuestros hermanos, no somos indiferentes a las cosas que pasan en el mundo; y seamos honestos, y sin pretender echarnos flores, es innegable la labor y el esfuerzo que hace la Iglesia Católica en favor del mundo.

Sólo por mencionar algunas obras tenemos que el Vaticano tiene las fundaciones San Juan Pablo II para El Sahel en África y Populorum Progressio en América Latina, que aportan en conjunto 5 millones de euros al año para proyectos de desarrollo sustentable con dinero únicamente de Roma, además de la obra más grande con la que contamos, que es Cáritas, que se encuentra presente en casi todo el mundo y es muy difícil calcular el tamaño de sus aportaciones.

Las cantidades con las que se cuentan no son utilizadas para costear lujos extravagantes.

Sí, es verdad, la Iglesia tiene bienes materiales, y no se puede negar que si se cuentan llegan a ser muchos. Sin embargo, si de recursos monetarios estamos hablando, las cantidades con las que se cuentan no son utilizadas para costear lujos extravagantes (eso sí, tenemos que admitir que se han encontrado excepciones en las que se ve un uso indbido del dinero, pero aún así, eso no contempla la totalidad), sino que es y debe ser destinado para mantener las obras que la Iglesia tiene a lo largo del mundo, que van desde miles de hospitales, asilos, orfanatos, escuelas, misiones, y una larga lista de etcéteras.

La Iglesia también se encarga de pagar salarios a empleados, ya sea desde el Vaticano hasta las parroquias rurales, pues se necesitan servicios de limpieza, secretaría, mantenimiento, además de que los sacerdotes reciben un sueldo (el cual realmente no es la gran cosa).

Muchos de los bienes que se encuentran en el Vaticano son en realidad propiedad del Estado italiano.

Ahora bien, hagamos un intento por explicar la situación de los presupuestos de la Iglesia. Sin embargo, nos encontramos con una pequeña dificultad, pues para calcular esto, tendríamos que revisar específicamente iglesia por iglesia, ya que cada una presenta una realidad en particular, por lo que claramente nunca acabaríamos; entonces aquí nos daremos el tiempo para contemplar sólo el caso del Vaticano, cuyo presupuesto anual está entre los 400 milones de dólares, además de algunos bienes invaluables, que, debido a los tratados de Letrán en 1929, muchos bienes que se encuentran ahí son en realidad propiedad del Estado italiano, lo cual evita que dichas posesiones puedan se puestas a la venta.

Dicen que si la Iglesia renunuciara a sus bienes monetarios y materiales, se tendrían alrededor de 150 000, y esto también implicaría dejar sin sueldo a muchos trabajadores, además si toda esta riqueza fuera repartida por el mundo para eliminar el hambre u otra necesidad que aqueje a la humanidad, a cada apersona le tocarían alrededor de 166 dólares, y pues, bueno, 166 dólares no son suficientes para eliminar la pobreza.

Así que si te preguntas ¿qué pasaría si la Iglesia vendiera sus bienes y donara el dinero?… pues realmente no pasaría mucho, el mundo serguiría prácticamente igual,  y los problemas serían los mismos. Yo creo que lo que sí contribuiría a que las cosas cambiaran sería que las grandes empresas tuvieran conciencia de las necesidades de los más vulnerables. Esto no se trata de regalar dinero, sino de procurar las condiciones necesarias para una justa repartición de los bienes, para que sean más personas las que puedan desarrollarse económicamente, y así evitar la injusticia social que provoca tanta pobreza y hambre en el mundo.


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David Zubia

Él tiene 23 años y es estudiante de Lingüística Antropológica. Le gusta la fotografía, reírse de todo y compartir la alegría que Dios ha puesto en su vida.

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