En esta ocasión, para mí es un gran reto escribir sobre humildad, pues es complicado expresar algo que sabes que también debes poner en práctica todos los días. Has de saber que la humildad es una virtud para todos los seres humanos, por lo cual todos deberíamos ser conscientes de ella y hacerla parte de nuestra persona, sin importar la situación en la que nos encontramos o el rol que desempeñamos en nuestra comunidad.
Yo sé que para muchos de nosotros suele ser difícil tener un acercamiento con la humildad, y esto quizá tenga que ver, en primer lugar, con un concepto equivocado que tenemos acerca de esta virtud, y en segundo lugar con el temor de hacernos constantemente la pregunta ¿Quién soy? Te darás cuenta de que un continuo conocimiento de ti mismo va conectado a la humildad más de lo que piensas.
Hoy, la humildad puede ser definida formalmente como: “virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.” (RAE, 2018). ¡Exactamente! Si has llegado a creer que la humildad es rebajarte a alguien que no eres o aparentar ser menos, más aún, con el propósito de que la gente juzgue cosas positivas sobre ti, entonces estás muy lejos de conocer la esencia de dicha virtud. Pero no te preocupes, de hecho cuando se trata de llevarla a la práctica, yo soy el primero que se forma en la fila de las dificultades. La humildad no es algo que ejercitamos al 100% de la noche a la mañana, pero siempre es posible hacer que crezca en nosotros.
Conócete a ti mismo
Ésta es una frase muy pero muy vieja, verdaderamente de siglos y siglos de antigüedad, pero créeme ¡Nunca pasará de moda! Sabiendo que somos personas, existen preguntas que nunca dejarán de producir eco en nuestra vida, y la siguiente es una de ellas. Te invito a que una y otra vez te preguntes “¿Quién soy?”. ¿Hace cuánto no te haces esa pregunta? Y si te la has formulado ¿Has hecho algún esfuerzo por responderla?
Como puedes ver, la humildad tiene demasiado que ver con el conocimiento de nuestras debilidades y limitaciones, pero por si esto fuera poco, yo agregaría que también debemos ser muy conscientes de cuáles son nuestras fortalezas, virtudes y talentos. No obstante, me llama mucho la atención que para llegar a ser humildes debamos poner el acento en los aspectos negativos de nuestra personalidad. ¿Puedes adivinar el porqué? Me parece atinado señalar que cuando trabajamos en nuestras debilidades y buscamos superar nuestros límites, nos desplazamos hacia un camino que nos llevará a la mejor versión de nosotros mismos.
Acéptate tal cual eres
Es fascinante ¿No crees? La humildad nos espera a la vuelta del conocimiento de nosotros mismos, y aun así, en ocasiones vivimos con una noción deformada de lo que significa la verdadera humildad. Ahora bien, me parece de suma importancia pasar del concepto meramente humano, para llegar a la dimensión cristiana de la humildad. ¡Claro! Como cristiano no puedo excluir esta parte, pues Dios juega un papel fundamental en el propio conocimiento de mi persona, y en el de mi misión para con el mundo.
Primeramente cuando trato de responder a ¿Quién soy? me asumo como una criatura de Dios (a imagen y semejanza de su persona), por lo cual busco comprender el justo valor que me corresponde, pero sabiendo que no es mayor que el de las demás personas. Por lo tanto, si por la fe soy consciente de que Dios me creó con una constitución específica, tanto física como psicológicamente, me acepto profundamente conforme a la voluntad del Creador. Esto me costó mucho tiempo a lo largo de mi historia personal, puesto que en muchos momentos busqué compararme con los demás, ambicionando cosas que no iban de acuerdo a quien realmente soy. Mas actualmente busco aceptarme tal como soy, conociendo mis debilidades, esforzándome por mejorar, y haciendo conciencia de las fortalezas que puedo poner al servicio de los demás.
Jesucristo como modelo de humildad
La humildad de Jesús muchas veces queremos verla reflejada en su pobreza, pues él hubiera podido poseer todo tipo de bienes por su condición de Hijo de Dios. Sin embargo, el lugar indicado en el que debemos mirar la humildad de Cristo, es en la conciencia que Él tuvo de sus deberes y servicio con los demás. Jesús no fue humilde por tener poco, sino por su compromiso con la gente, por su entrega a pesar de los pocos bienes que poseía. Él estuvo consciente de sus debilidades, como verdadero hombre sufrió tentaciones, sin embargo nunca las consintió. Jesús nos ha dado siempre la mejor versión de sí mismo y nos invita a hacer lo mismo. El hecho de que Jesús naciera en una familia de pocos recursos, debe abrirnos los ojos para caer en la cuenta de que la cantidad de bienes materiales no definen la humildad, sino las buenas acciones que hacemos con esos bienes, el conocernos y aceptarnos como somos, y el mirar a los demás con un valor especial por el cual merecen ser amados tanto como nosotros.
Así pues, ahora quizá puedas encontrar una nueva fórmula para la práctica de la humildad en tu día a día. ¡Recuerda! No busques sentirte menos, pero tampoco más, que aquello que realmente eres. Y eso tampoco quiere decir que no puedas trabajar los puntos negativos de tu personalidad. Descúbrete a ti mismo, ten a Cristo como ejemplo y dialoga con la Trinidad Santa en todo momento. Te aseguro que así será más fácil acoger de corazón la misión que el Señor te ha dado, y poner tu persona al servicio de los demás sin esperar una retribución. En eso consiste el Amor Verdadero y el seguir la ruta que lleva a la santidad.
De verdad te agradezco por tomarte unos cuantos minutos para leer esta pequeña reflexión. ¡Que tengas un día muy bendecido!