Si bien es cierto en la mayoría de los casos, que un hijo desde pequeño tiene más apego por la madre que por el padre, esto por haber sido gestado 9 meses dentro del cuerpo de ella, sintiendo de una manera casi tangible los latidos de su corazón, los ruidos de sus órganos digestivos, su voz desde dentro de ella, etc. Luego al nacer, la conexión especial que tiene con su mamá al recibir alimento con la leche materna (en la mayoría de los casos) o en su defecto, al ser suplidas sus necesidades primeras de alimento, cambio de pañal, afecto y sentirse protegido y seguro en el mundo, principalmente por mamá.


Pero hay una figura a quien el día de hoy quiero darle peso. El papá. En las familias nucleares, hay muchos casos que papá es quien está tras bambalinas, trabajando, atendiendo las necesidades de proveedor del hogar y es quien está un poco más ausente en las actividades diarias del niño pero es muy fructífera su presencia cuando comparte su tiempo con su hijo, enseñándole el mundo, jugando con él, siendo partícipe en su educación y brindándole su afecto.
Tengo el gusto de conocer a muchos hombres que deciden hacer su vida con alguna madre soltera o divorciada y acogen al hijo o a los hijos de ella como si fuera suyo también (que al cabo de un tiempo se vuelven propios) los educan con el mismo amor y el mismo afecto que a sus hijos de sangre y se comprometen con ellos dándoles lo mejor de sí mismos.

O también padres que por diferentes circunstancias de la vida son ellos los solteros y quienes se quedaron con la custodia de sus hijos y enfrentan al mundo de una manera asombrosa al cumplir con las obligaciones de su trabajo pero también con las del hogar.


Muchos de los hombres crecieron con la falsa idea de que “los hombres no deben llorar”, o el varón debe ser más reacio al mostrar sus sentimientos y emociones y más partidario en mostrar su fuerza, su protección, su valentía. Pero son ideas erróneas que lo único que causan es que repriman lo que realmente sienten cuando estamos en un mundo que nos ofrece mil experiencias y situaciones en donde es necesario sacar dentro de nosotros mismos nuestras emociones ante lo que ocurre. He sido testigo de abrazos largos con expresión de llanto de un hijo a su padre demostrándole cuánto lo ama, cuánto daría por él, cuan orgulloso está de su rol y de saberse el creador y formador de una o más vidas.
Nunca es tarde para brindar afecto a quienes más nos necesitan, nuestros hijos. Esos seres que son perfectos observadores y que están al tanto del comportamiento de los adultos formando en su ser sus propias ideas sobre lo que ven y que va moldeando su personalidad. Si tú eres padre de familia te invito a reflexionar este mensaje que quiero darte hoy. Gracias por todo tu esfuerzo y compromiso que das afuera para poder proveer en casa lo necesario y para que no les falte nada a tu familia pero no te olvides de ese gran amor, seguridad, afecto y protección que también requieren tus pequeños para poder enfrentarse a este mundo de una manera óptima.

¡Qué gran dicha el ser padre! Dios no se ha equivocado en poner los ojos en ti al haberte mandado pequeños seres para ser educados y llenos de afecto en tu familia. Sonríe y disfruta esta vida con quienes están siguiendo tus pasos. Tus hijos.


¿Te gustó? ¡Comparte con tus amigos!

Lorena Garza

¡Hola! Soy Lorena Garza. Pasé mi adolescencia y juventud en los grupos de la Iglesia en donde encontré el gran amor de Dios. Me gusta mucho pasar mi tiempo con mi familia, esposo, amigos y ¿por qué no?, conmigo misma. Intento siempre llevar paz y positividad en donde me encuentre. Aquí te dejo una de mis citas favoritas escrita por Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta." Aqui te dejo una de mis citas favoritas escrita por Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta."

Comments

comments