La Semana Santa está plasmada de hechos dolorosos en los cuales un Hombre Santo lleva sobre si un sufrimiento inimaginable que culmina con derramamiento de sangre y muerte, esto con la intención de limpiar los pecados de la humanidad. Recordemos que en el antiguo testamento Dios exigía la muerte de un animal puro y sin mancha para que al ser sacrificado se perdonaran los pecados de quienes lo sacrificaban, en cuya acción era la sangre derramada la que purificaba y perdonaba los pecados; sin embargo, llegó un momento en que la humanidad estaba tan corrompida que el sacrificio de animales puros no era suficiente para el perdón de los pecados, era necesario un sacrificio mayúsculo para poder salvar a la humanidad y por eso Dios decide poner en sacrificio a su propio Hijo Jesucristo, arriesgándolo a padecer el sufrimiento humano y finalmente morir a manos de quienes lo rechazaron.

Durante su caminar en esta tierra, Jesucristo no solamente tuvo enemigos, sino que también tuvo muchísimos amigos, seguidores y personas que lo amaban, apreciaban y admiraban; para estas personas fue muy dolorosa la muerte de su maestro y amigo y de manera muy especial para la Virgen María quien como su Madre tuvo que ver sufrir y morir a su hijo lo que la llenó de un dolor inmenso. De esta imagen de una María sufriente y dolorosa surge la advocación de la Virgen de los Dolores, también conocida como Nuestra Señora de los Dolores. Los mexicanos veneramos fervientemente a la Virgen Madre de Dios, de tal manera que el sufrimiento de ella como madre se convierte en sufrimiento de nosotros como sus hijos, por lo que la devoción a la Virgen de los Dolores se instituyó en el siglo XIII por iniciativa de la Orden de los Siervos de María e inclusive, un viernes antes de la Semana Santa se acostumbra en el centro y sur del país colocar en las casas un altar llamado “Altar de Dolores” en el cual se expresa el sufrimiento de la Virgen María.

Se dice que son siete los motivos que tuvo la Madre de Jesús para sufrir, todos ellos relacionados con su hijo y se traducen en siete dolores: primer dolor: la profecía de Simeón, segundo dolor: la persecución de Herodes y la huida a Egipto, tercer dolor: Jesús perdido en el templo, cuarto dolor: María encuentra Jesús cargando la cruz, quinto dolor: la Crucifixión y muerte de Nuestro Señor, Sexto dolor: María recibe a Jesús bajando de la Cruz y finalmente el séptimo dolor: entierro de Jesús. En el Altar de dolores, la figura central es la Virgen de los Dolores y al igual que en el altar de muertos, esté se encuentra lleno de símbolos que representan cosas muy sensibles relacionados todos con el sufrimiento de la Virgen María. Los símbolos más comunes son:

Semillas germinadas: Al inicio de la Cuaresma se siembran en macetas semillas de trigo, chía y cebada. Los cereales en crecimiento simbolizan la nueva vida que Jesús ha participado al mundo con su muerte y el trigo en particular simboliza la hostia en donde Cristo se hace presente.
Flores: Las flores son símbolo de vida y belleza, y acompañan a la Virgen María. En el Altar de Dolores deben ir marchitas y si es posible de color morado, símbolo de luto y tristeza.
Yerbas olorosas que ayudan a hacer menos penoso el camino de la Virgen, la flor de manzanilla fresca es parecida a la margarita que rememora al sol y es una planta medicinal que alivia el dolor.

Aguas: Deben ser de diferentes colores, en especial: blanco, verde, anaranjado y rojo (horchata, chía, limón, melón, naranja, sandía o jamaica) y representan la pureza de la Virgen, la esperanza de María en la resurrección de su hijo, el atardecer del Calvario durante la Crucifixión y la sangre derramada por Cristo para la redención de los hombres. Las aguas se ofrecen a quienes visitan a la Virgen y rezan un rosario a su lado. Simbolizan que, a través de la intercesión de María, los visitantes recibirán el agua de vida eterna. Otros consideran estas aguas como “las lágrimas de la Virgen”.
Uvas: Algunos altares también incluyen la presencia de estas, pues de ellas habrá de surgir el vino que en la Misa se convertirá en la sangra de Cristo que alimenta y redime a los creyentes.

Naranjas agrias y banderas doradas: Sobre las naranjas agrias se insertan pequeñas banderitas que ancestralmente fueron de oro volador, pero pueden ser de papel brillante. Este elemento significa que sobre el agrio y amargo sentimiento por la muerte de Cristo hay estandartes de gloria que anuncian su Resurrección.

Corazón atravesado de las lágrimas de María: Un corazón hecho de cualquier material con las siete espadas que simbolizan los dolores sufridos por la Virgen.

Y finamente elementos que nos recuerdan la Pasión de Jesucristo: Los clavos, el martillo, la corona de espinas, el gallo, la esponja, el pilar, el INRI, la caña, los dados, la lanza y la cruz sin Jesús también se colocan a los pies del altar.

Estoy seguro que desconocías está bonita tradición de ir a visitar el Altar de Dolores, rezar un rosario y recibir a cambio vasitos de aguas frescas de sabores. Esta tradición es muy desconocida en el Norte del País y lamentablemente en el centro y sur, donde antes era muy socorrida, está desapareciendo poco a poco. Hagamos que nuestras tradiciones religiosas permanezcan, leamos más, interesémonos más por ellas pues representan algún momento importante de la historia de la humanidad, pero sobre todo de la historia de la Salvación. Recuerda que estamos viviendo la Semana Santa, tiempo de sufrimiento principalmente para Jesús que padeció por nuestra causa y para nosotros también al saber que un Hombre Santo e inocente murió por nuestros pecados, murió para que pudiéramos ser salvos.


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Jesús Rodríguez
Amante del Creador, la ciencia, la química, la biología y los momentos de ocio. Maestro en la Facultad de Ciencias Químicas de la UACH y un apasionado por transmitir el conocimiento, pero sobre todo por transmitir a Jesús. Gusta de los momentos libres pues es cuando aprovecha para escribir de Ciencia y de Religión, invitando a todos a aceptar a Cristo en su corazón para lograr la salvación. "Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna" Juan 3, 16

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