El formar parte de la Iglesia de Cristo siempre me ha hecho ser el bicho raro de mis círculos sociales. Y eso que mi círculo social más próximo cuando comencé a asistir a los grupos juveniles eran mis compañeros de escuela…una escuela católica. El vivir una Semana Santa ahora como una persona integrada a la vida laboral, es un poco más difícil, por no decir que a veces mi propio trabajo no me permite asistir. Ahora bien, en tiempos como ahora… ¿realmente seguimos necesitando una Pascua?

A propósito de Notre Dame

La catedral parisina en abril del 2019 tuvo un incendio en su techo, supuestamente ocasionada por las obras de remodelación, siendo apagado lo más pronto posible ante la desesperación mundial. En menos de lo que podemos decir el coro de la canción de “Moulin Rouge”, se controló el fuego y comenzó el recuento de los daños, donde se comenzaron a hacer donaciones exorbitantes para su reconstrucción. En aún menos tiempo de lo que se dieron cuenta de la traducción del coro de la canción antes mencionada, el hombre común y corriente hacían de esto un logro para sus vidas privadas, anti religiosidad, ateísmo y demás no menciones.
No es tiempo de ahondar en la importancia de su valor más allá de lo religioso, si no histórico, cultural, artístico (catedral gótica, señores, g-o-t-i-c-a), económico y hasta político, si no el momento de recalcar como el mundo se vuelve contra una construcción que por su edificación misma va más allá de las convicciones mundiales en la sociedad sobre lo “anticuado” de la religión y como esta, con todo lo que conlleva, al parecer deberían de desaparecer, junto con los religiosos mismos.

El Verdadero Monumento

¿De verdad estamos en una era donde las personas se alegran por un fuego que arde consumiendo tanto? El fuego de todas maneras que, me alegró ver, fue el que encendieron en los corazones de cada uno de los creyentes. Muchos parisinos creyentes inclusive comenzaron a congregarse a entonar oraciones en las afueras de los templos. Muchos creyentes de las redes sociales comenzaron a compartir no solo sus impresiones sobre lo sucedido, si no de su importancia internacional y por qué debería de reconstruirse. Me fascinó como a pesar de las adversidades los creyentes siguen firmes en su Fe. Una, perseverante y construida sobre la roca (Mt 7, 25).

La respuesta final es contundente: si, seguimos necesitando una Pascua. No porque haya muchas, sino porque sigue siendo una, la que persevera a través de los años, a través del mismo continuum espacio-tiempo, la que tuvo lugar por la Pasión, Muerte y la Gloriosa Resurrección de Jesús. Esa Resurrección nos hace darnos cuenta de algo:
Nuestra Fe no tiene lugar geográfico, porque Dios está en todas partes. Nuestra Esperanza no está puesta en una parroquia o catedral porque nuestra Esperanza es Jesús. Nuestro Amor no está en la piedra o en la madera, porque el amor NO pasará (1 Cor. 13).
Esto es lo verdaderamente importante de la Pascua, es lo verdaderamente importante ahora como cúspide de nuestro Año Litúrgico, de nuestra vida cristiana que Dios nos regaló en aquella Cruz en un Viernes Santo y que nos trajo en ese Domingo de Resurrección. El verdadero monumento de Cristo, esa edificación que perseverará por los siglos de los siglos, somos nosotros. Somos su Iglesia.

Querido lector, si buscas su monumento, mira a tu alrededor.

¡Felices y gloriosas Pascuas de Resurrección!

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Rubén Iracheta

Rubén es miembro del equipo ya hace bastante tiempo y en palabras suyas: "En resumen, cada vez mas cerca de ser Iron Man".