San Francisco de Asís solía decirle a sus discípulos “vamos a evangelizar” todos le seguían y caminaban junto a él ayudando, sirviendo y haciendo el bien. En algún momento determinado alguno de ellos le preguntó “Francisco, en que momento empezamos a evangelizar” y el respondía “desde que salimos de nuestra casa hemos estado predicando el evangelio”.

Esta historia tan real, muestra el entendimiento que San Francisco había alcanzado con respecto a lo que es el evangelio. Y es que al igual que San Francisco, muchos han sido los hombres y mujeres que vieron en el evangelio más que un documento de fe, un estilo de vida.

Jesucristo nace en una aldea sumamente pequeña de Israel, en el periodo en que Jesucristo nace, el Imperio Romano era quien dominaba en todo el orbe ¿Qué hizo, que el mensaje de un hombre nacido en una pequeña aldea de un país insignificante para la época, haya calado por encima del Imperio y se haya mantenido intacto hasta nuestros días?

Pese a ser un mensaje revolucionario, definitivamente la convicción de Jesús en lo que quería transmitir, hacía el mensaje más sencillo de recibir y aceptar. No solamente predicaba el amor, sino que también era su estilo de vida, la generosidad, la paciencia, la tolerancia, la dulzura en su trato, convencían mucho más que sus propias palabras.

No es en vano que San Pablo dirige un capítulo al don del amor o la caridad, donde menciona como ésta está por encima incluso del don de predicar, de sanación, profecía, etc. Muchas son las historias de santos y santas, que decidieron dejar su vanagloria, para profesar un evangelio, no tal vez con palabras si no con hechos.

Sabemos y conocemos los mandatos de amor que Jesucristo nos ha legado, y aparte de amar a mi Dios y a los demás ¿Amo y respeto mi propia vida? Y amar y respetar nuestra propia vida inicia con aquel primer paso de tomar control sobre las cosas cotidianas que muchas veces cumplimos por placeres.

Amándonos nosotros mismos, tendremos la capacidad de poder amar más fácilmente a Dios y los demás. Y esto sería lo que presentaríamos día con día como evangelio viviente de Dios. Un refrán de autor desconocido menciona “Tu vida puede ser el único evangelio que muchos llegan a leer” así que con esta consigna construyamos de nuestra vida una ofrenda y sacrificio agradable a los ojos de Dios y que se manifieste llevando más ovejas a su rebaño

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Alonso Ramírez

Alonso es ingeniero mecánico, es nuestro único escritor costarricense, proviene de Cartago y ahí es servidor y formador en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles. Es amante de la historia de la Iglesia principalmente en los estudios de nuestros primeros padres, fanático seguidor de San Agustín y Santo Tomás de Aquino.