Extraño es como tendemos a estar cerca de Dios mientras mas no dé, sin embargo, cuando en nuestra vida sentimos que no nos está ayudando ni escuchando, esa parte de la espiritualidad empieza a decaer, dejamos de hacer oración por las noches, dejamos de encomendar nuestro día, e incluso podríamos dejar de lado el sacramento de la comunión.

En nuestra razón humana queremos tratar a Dios como trataríamos a un amigo el cual nos defraudo, la diferencia es que un amigo no tiene todo específicamente planeado para bien de nosotros.

No te culpes, es cuestión de visión

En cierta parte no se nos debe culpar por actuar de esta manera, simplemente no logramos comprender lo que Dios tiene estratégicamente pensado en nuestra vida y la reacción primera, es dejar de tener comunicación directa. Incluso Él lo comprende, somos humanos con cualidades, virtudes y sobretodo emociones, las cuales son necesarias de experimentar, la alegría, la tristeza, el miedo, la desesperación y el enojo. Es por eso que enojarte con Dios por una noche no es incorrecto ni mucho menos es pecado, pero ¿verdaderamente nos hace bien dejar de tener comunicación con El? ¿No sería mejor contárselo y desahogarlo con aquel que nos ama y nos comprende mejor que nadie?

En lo personal he estado cerca de esta situación infinidad de veces, si me preguntaran cuantas veces ha funcionado, no vendría ninguna a mi mente. Y que bueno, porque le ha enseñado a mi terco ego, a que no puedo solo, a que por más que quiera alejarme para “pensar” mejor las cosas, a que por más que quiera estar “solo” para evitarme una carga menos, nunca tendré la capacidad de salir adelante sin su ayuda tan misericordiosa y llena de amor.

Él siempre gana

Dios es tan impresionante que una vez que lo conoces es difícil dejar de pensar en Él, por más que las cosas no vayan bien siempre está en nuestra mente dando vueltas y vueltas, tal vez como un signo de dejar de lado nuestra naturaleza y acércanos de nueva cuenta. Es entonces cuando decido volver a dirigirle la palabra, postrado ante El después de un tiempo de querer hacerme el fuerte.

Es entonces cuando muy en el fondo una fuerza sobrenatural lleva mi mirada al cielo imaginando una risa tierna por parte de Él. Y es entonces, solo entonces cuando admito que sin Dios nada soy, que es el agua que me quita la sed, que es su amor el que me hace levantarme cada día, que es El, hecho eucaristía el que sacia mi hambre de compresión y de paz, y que es El, el que me enseña que alejándome e ignorándolo no me llevara a ningún lado.

Al fin puedo comprender la cita en donde dice:

«Oren en todo tiempo… Perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca» (Ef. 6, 18)

Oren, porque los escucho, oren, porque me interesa saber que sienten, oren porque es fascinante escuchar las pruebas de su viva voz, oren y hablen conmigo porque evitándolo no conseguirán nada.

Y así es como aprendo que la mejor manera de entender mis situaciones difíciles o el Por qué Dios no me concedió lo que le pedí, es contándoselo y evitar siempre decir, ahorita no Dios….

 

 

Por: Fer de la Fuente


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Ric Pérez

Ric es arquitecto de profesión, diseñador y fotógrafo por pasión. Su labor en catoliscopio corresponde desde el inicio de los tiempos. Le gusta la tecnología y gusta de compartir expresiones de fe.

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