Hace un año celebrábamos el Jubileo de la Misericordia. El Papa Francisco estaba visitando nuestro país para éstas fechas, y en su visita trató temas sobre la violencia, la migración, la verdadera reinserción social de los presos, la inseguridad, la inclusión a los grupos indígenas, la muerte, y la integridad en las empresas, entre otras cosas.
Sin embargo, hoy quiero destacar dos puntos de los mensajes que nos dirigió directamente a nosotros los jóvenes mexicanos, para que recuerdes que Dios confía en ti para realizar Su obra, y conoce cada uno de los anhelos de tu corazón:
- “Pienso, y me animo a decir, que la principal riqueza de México hoy tiene rostro joven. Sí, ¡Son sus jóvenes! Esto permite pensar y proyectar un futuro. Da esperanza”. Por lo tanto, te invito a pensar, ¿Qué tipo de mundo estás construyendo a tu alrededor? ¿Tus pensamientos y tus acciones, son las de alguien que da esperanza?
- “Ustedes han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurrección, la fuerza de la misericordia divina que hace nuevas todas las cosas”. ¿Has reparado los daños que no te permiten avanzar? ¿Has perdonado y ofrecido perdón a quienes te dan hecho daño?
Hagamos una reflexión
A un año de haber escuchado éstas palabras, me pongo a pensar en los caminos que está tomando la sociedad actual… Hay muchas cosas que siguen sin tener un rumbo, pero ¡Ánimo, tú que estás leyendo esto! En ésta batalla que esté pasando a tu alrededor, el Señor ganará y su reino no tendrá fin. Ten calma, consérvate en oración, ofrece mucha misericordia, y espera en Dios, fuente de vida.
Y, como lo dijo Su Santidad, pidámosle a nuestro Dios el don de la conversión, el don de las lágrimas. Pidámosle tener el corazón abierto a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres. Siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida, siempre hay una oportunidad, siempre hay tiempo de implorar la misericordia del Padre.
