Hay una reflexión dentro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en la que se nos exhorta a preguntarnos como católicos:
¿Qué he hecho por Cristo?, ¿Qué hago por Cristo?, ¿Qué he de hacer por Cristo?

Creo que pocos pudiéramos responder con la contundencia con la que habría respondido Santa Catalina de Siena en el siglo XIV. Si se le hubieran hecho a ella estas preguntas, el diálogo pudiera haber ido más o menos así:

“¿Qué he hecho por Cristo?”.
Respuesta de Catalina: “Raparme como expresión de mi deseo de consagrarme a Dios”.
“¿Qué hago por Cristo?”.
Respuesta de Catalina: “Escribirle al Papa para convencerlo de volver a Roma”.
“¿Qué he de hacer por Cristo?”
Respuesta de Catalina: “Dejar un ejemplo de santidad como mujer, como política, como consejera y como laica en una época de epidemia”.

No, no fue monja

La Santa de Siena vivió entre 1347 y 1380 (¡Solo 33 años!) en Italia. Fue la penúltima de 25 hijos que tuvieron sus papás, (sí, ¡25!) . Desde muy joven sintió el llamado a dedicar su vida a Dios. Contrario a lo que algunas pinturas retratan de ella, Catalina no fue una monja ni vivió en un monasterio. Ella perteneció a la tercera orden de los Dominicos y vivió como laica durante sus breves años en la tierra.

No obstante, la temprana edad a la que fue llamada a la vida eterna, y a pesar de la escasa educación que recibió, Catalina dio testimonio de valentía, vida de oración intensa, entrega radical y amor a la Iglesia. Tan fuerte fue su influencia en la Iglesia de su tiempo que fue nombrada (después de su muerte) Doctora de la Iglesia y patrona de Europa (junto con Edith Stein y otros grandes santos).

Celebramos la memoria de esta santa el 29 de abril de cada año y creo que su memoria es relevante de una manera especial para la época que estamos viviendo por tres motivos:

1. La valentía de ser profeta

Catalina ejerció su apostolado siendo mujer y siendo joven; dos características que en el siglo XIV constituían un impedimento aún mayor que ahora para ejercer influencia en la vida eclesial y política. Sin embargo, Catalina no confía en sus propias aptitudes ni en seguridades humanas para cumplir la voluntad de Dios. Tomada de la mano de Cristo, tiene la suficiente valentía para desafiar normas sociales de su tiempo y escribirle nada más y nada menos que al Papa.

Durante esa época, existía una fuerte controversia política respecto al lugar de residencia del Papa, por lo que Catalina (venciendo el miedo que muy probablemente sentiría de darle instrucciones al Sumo Pontífice), se atreve a exhortar al Papa, por cartas, a regresar a Roma.

2. Ser laicos auténticamente comprometidos

Siguiendo un poco la línea del punto 1, Catalina es un excelente ejemplo de incidencia de laicos católicos en la vida pública. A pesar de documentos como Lumen Gentium y Christifidelis Laici, en donde se nos exhorta como laicos y laicas a “ordenar las realidades temporales según Dios” (Lumen Gentium, 31), aún existimos muchos con miedo a contribuir con la fuerza, generosidad y caridad del catolicismo en campos como la economía, la medicina o la política.

Catalina nos invita a seguir nuestra vocación y a impregnar con el aroma de Cristo, incluso los espacios más complicados como la política. No por nada el Papa Francisco nos ha recordado que la política puede ser la forma más alta de la caridad.

3. Ayuda generosa en medio de una epidemia

World map painted on hands.

Esta servidora de Dios vivió en un momento parecido al nuestro, una época de epidemia: la Peste Bubónica. Esta fue tan tremenda que un tercio de la raza humana pereció y las calles se llenaban de cadáveres pues se temía el contagio al dar sepultura a los cuerpos. Pese a la angustia que la Santa probablemente experimentó al vivir en un momento como ese, varios de sus biógrafos relatan cómo ayudaba a los enfermos y atendía a aquellos lastimados por la epidemia. Mucho pudiéramos aprender de esta santa en tiempos del COVID-19: sobre solidaridad y compasión a quienes están sufriendo más gravemente en su economía, su salud o su seguridad.

Así que la próxima vez que creas que eres demasiado “poca cosa”, por ser joven, por ser mujer, por ser laico o laica, por no haber leído lo suficiente, por tu pasado o por tu inexperiencia, pídele a Santa Catalina de Siena que interceda por ti para alcanzar la valentía de seguir la voz del Espíritu Santo y atreverte a hacer grandes cosas por Dios y por su pueblo. La próxima vez que te desesperes o te angusties por estar viviendo en época de pandemia, pide la intercesión de Santa Catalina, para que nos alcance, como humanidad, la fortaleza y la solidaridad que necesitamos para superar juntos esta crisis.
(Si quieres conocer más sobre Santa Catalina de Siena, te recomiendo el libro “Al Asalto del Cielo” de Louis de Wohl).

Por: Tere Ávila


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