A lo largo de la historia siempre ha sido de esperarse que salgan a la luz diversos chismes o rumores sobre distintos personajes famosos, cuyas acciones se han considerado dignas de recordar. Es de suponerse entonces que Jesús, como uno de los personajes más conocidos en el mundo, tampoco haya quedado exento de ser alguien a quien, hasta la fecha, se le atribuyen una serie de frases y obras que no pueden admitirse con certeza. Estoy seguro que muchas veces has escuchado a gente que comienza a opinar lo primero que se le viene a la mente cuando ya no encuentra respuestas convincentes a sus dudas sobre los datos que desconocemos acerca de Jesús, o de algún otro personaje bíblico.

Algunas comunidades pertenecientes a los primeros siglos del cristianismo, también propusieron toda una serie de rumores que han quedado plasmados en viejos escritos, los cuales constituyen lo que hoy en día conocemos como “literatura apócrifa”. Algunos también prefieren utilizar el nombre de “evangelios apócrifos” para referirse a estos documentos, sin embargo, puede no ser ésta la mejor manera de identificarlos. Principalmente porque el término “Evangelio” está estrechamente ligado al anuncio de una “buena noticia”. Es ante todo, un género literario cuyo protagonista para la Iglesia es esencialmente Jesucristo. El Evangelio tiene una estructura específica, y el objetivo de describir los episodios de la vida de Jesús que nos permiten entender profundamente el plan de salvación de Dios fundamentado en el Amor. Es evidente que la literatura apócrifa no cumple con estos requisitos. No obstante, es un tema de gran amplitud y para mí es muy interesante profundizarlo. A continuación te presento una serie de aspectos que espero te ayuden a conocer más de cerca estos textos disfrazados de gran misterio.

Los tipos de literatura apócrifa

En primer lugar, quiero que en este punto tomes en cuenta que la palabra “apócrifo” significa: lejano u oculto, no necesariamente falso; aunque ha ido adquiriendo ese sentido por estar relacionada a estos escritos tan polémicos que ciertamente no entraron dentro del canon bíblico (por canon: nos referimos al conjunto de libros que conforman la Sagrada Escritura). Te invito a que consideres, por un momento, que las cuatro versiones del Evangelio que tenemos en la Biblia se fueron escribiendo poco a poco a partir de la segunda mitad del siglo I. Antes de este período, transcurrieron varios años en los que todo lo que se sabía de Jesús era transmitido de manera oral.

Por lo tanto, agrupar los escritos que hoy se consideran inspirados por el Espíritu Santo no fue una labor sencilla e instantánea. Y sin duda, nuestros escritos neo-testamentarios compitieron con toda una gama de habladurías que fueron descartadas. Sin embargo, incluso los escritos canónicos no nos cuentan absolutamente todo sobre las palabras y obras de Jesús. En ocasiones, lo más seguro es que también te hayas hecho muchas preguntas sobre lo que pasó en diversas etapas de la vida de Jesús, María, José, o alguno de los apóstoles, y que no se describen en el Nuevo Testamento. Los apócrifos fueron también un intento de los cristianos de los primeros siglos por responder esa clase de preguntas. Es así que muchos investigadores han llegado a la conclusión de que no pueden ser documentos más antiguos que los evangelios canónicos, ni pertenecientes a los tiempos de Jesús, sino más bien tardíos. Precisamente, los apócrifos se fueron reconociendo como tales, porque las comunidades cristianas más firmes y fieles a la Tradición de la Iglesia no los conservaron ni los consideraron inspirados o útiles para la práctica de su fe.

Con el paso de los años, los apócrifos se fueron recopilando y hoy contamos con al menos una clasificación básica que nos permite identificarlos:

a) Apócrifos de la Natividad: son todos los escritos que buscaron responder a las preguntas del cristianismo primitivo, acerca del nacimiento de Jesús, de María, y de los principales personajes que intervinieron en tales acontecimientos. Algunos de ellos son: El Protoevangelio de Santiago y El Evangelio del Pseudo Mateo.

b) Apócrifos de la Infancia: tal vez más de una ocasión has visto una que otra película basada en estos escritos. Los apócrifos de la infancia se preocupan por tratar de describir a ciertos personajes de la Biblia en su niñez. En ellos encontramos a Jesús de pequeño haciendo diversos milagros: dando vida a aves que formaba primero del barro, pero también cosas tan trágicas como provocar con su palabra la muerte de cierto niño, aunque después le devuelve la vida. En este punto destacan: El Evangelio del Pseudo Tomás, El Evangelio árabe de la infancia, La Historia de José el carpintero, y El Evangelio armenio de la infancia.

c) Apócrifos de la Pasión y la Resurrección: si buscas otras perspectivas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, distintas de las de los evangelistas, definitivamente sería útil que le eches un vistazo a estos escritos en los que encontramos los siguientes presuntos testimonios: El Evangelio de Pedro, El Evangelio de Nicodemo, Las Cartas de Pilato, y El Evangelio de Bartolomé.

d) Apócrifos asuncionistas: fueron los intentos de describir y dar a conocer la asunción de la Virgen María a los cielos. Algunos de ellos ya se consideran muy posteriores al siglo V. Entre los principales se encuentran: El Libro de San Juan Evangelista (el Teólogo), El Libro de Juan, arzobispo de Tesalónica, y la Narración del Pseudo José de Arimatea.

e) Apócrifos gnósticos de Nag Hammadi: probablemente, como muchos, creas que novelas como El Código Da Vinci de Dan Brown o La última tentación de Cristo de Nikos Kazantzakis, fueron obras realmente originales, ingeniosas, y de gran misterio para la humanidad. Lamento decepcionarte. El tipo de especulaciones sobre la vida de Jesús que encontramos en estos libros no es para nada nuevo. Decir que Jesús bajó de la Cruz, o que tuvo algún romance y además descendencia, es referirse a una serie de aspectos de gran polémica que están ya incluidos, junto a muchos otros, en los llamados “apócrifos gnósticos”. Si bien algunos de ellos los encontramos desde el siglo II, muchos otros son tal vez los apócrifos de menor antigüedad. Los apócrifos gnósticos son los que se alejan más de la recta doctrina de la Iglesia. Efectivamente, constituyen un intento para despertar la curiosidad de las personas hacia cuestiones sobre Jesús que se alejan del sentido del Evangelio, y no contribuyen a vivir nuestra fe con ánimo. Aquí destacan: El Evangelio de María Magdalena, El Apocalipsis de Pablo, El Evangelio de Tomás y El Evangelio de Felipe.

¿La Iglesia descalifica por completo los escritos apócrifos?

Te diré que la respuesta inmediata es “NO” (recuérdalo siempre). La Iglesia Católica no abandona el estudio de los apócrifos. Te pondré algunos ejemplos: el 26 de julio celebramos la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, los padres de la Santísima Virgen María. ¿Alguna vez has visto que aparezcan en la Biblia? Te aseguro que por más que intentes hallarlos no los encontrarás. Pero si revisas El Protoevangelio de Santiago, vaya que los verás en acción en una buena parte de la narración. Y créeme, no hay otro documento más antiguo en el que nos basemos para haber conocido un poco sobre ellos.

Alguna vez te has hecho también la pregunta acerca de ¿Cómo es que sabemos los nombres de los magos que visitaron a Jesús poco después de nacer? Tampoco los encontrarás explícitamente en el Evangelio. La Iglesia se ha servido de otros medios para saber este dato. ¿Recuerdas que anteriormente te comenté sobre los apócrifos de la infancia? Pues el Evangelio del Pseudo Tomás, que pertenece a este conjunto, es una fuente en la que encontramos referencia a Melchor, Gaspar y Baltasar.

Personalidades de gran mentalidad teológica como el Papa Juan Pablo II y Benedicto XVI, en varias ocasiones expresaron la importancia de acudir a la literatura apócrifa para enriquecer nuestra visión en torno a ciertos aspectos de la vida de Jesús, y también de María. Si te interesa saber las palabras concretas dedicadas al tema en sus discursos, puedes investigar estos momentos:
Juan Pablo II: Angelus del 5 de julio de 1987 / Audiencia General del 15 de octubre de 1997 / Audiencia General del 2 de julio de 1997.
Benedicto XVI: Audiencia General del 28 de junio de 2006 / Audiencia General del 27 de septiembre de 2006.

¿Por qué es interesante leer los apócrifos?

Siempre me he cuestionado mucho el porqué mucha gente piensa que el Magisterio de la Iglesia vive para ocultarnos a los fieles grandes misterios que nunca vamos a poder conocer, pues de lo contrario nuestra fe no sería la misma, ni tampoco nuestro sentir como cristianos. La Iglesia como un organismo vivo y siempre fiel a la Palabra de Dios, no tiene miedo de nada, y tú como parte de ella tampoco debes tenerlo. Nuestra Iglesia es muy consciente de la Verdad que quiere dar a conocer al mundo y de la grandeza y belleza que esta Verdad implica. El mensaje de salvación divina que tiene su centro en Jesucristo es demasiado significativo como para ser derribado por la literatura apócrifa, incluso la gnóstica.

Como ya te dije anteriormente, no hay que ponerse, sin más, en contra de los apócrifos. Tampoco hay que simplemente satanizarlos. La Iglesia no te los oculta. Están ahí para que de vez en cuando puedas acudir a ellos con una actitud crítica, analizando sus pros y sus contras. Si te cuesta trabajo su lectura siempre puedes realizarla con ayuda de un director espiritual que te oriente en ella. Pero no existe una razón para tenerles miedo y pensar que están prohibidos y restringidos. Al contrario, muchas editoriales cristianas han auxiliado su publicación impresa. De hecho conocerlos nos prepara más para enfrentar bastantes críticas contemporáneas al catolicismo.

La lectura de la literatura apócrifa también te ayudará a conocer bastantes características del cristianismo primitivo. En los apócrifos puedes enterarte mucho de cómo estaban constituidas las familias del pueblo judío, y también de algunos de sus hábitos y costumbres sociopolíticas y religiosas. Podrás conocer un sinfín de detalles que pueden incluso enriquecer tu lectura bíblica y tu conocimiento sobre la identidad cristiana.

Es importante considerar que muchos apócrifos, si bien contienen aspectos valiosos para nuestro conocimiento del cristianismo, no contienen verdades de tal importancia que puedan, a estas alturas de la historia, ser consideradas en el canon de la Biblia, el cual se ha cerrado definitivamente. El testimonio de Amor que Jesús nos ha dejado es una herencia suficiente como para que el canon bíblico quede cerrado. Será imposible seguir sumándole libros, y más aún cuando son de dudosa procedencia. Es decir, que a nuestra Biblia católica no le hace faltan datos que cambien completamente nuestra perspectiva de la fe cristiana. Contiene lo más importante, que es el Amor divino, de carácter gratuito, incluyente, e incondicional, que Jesús nos mostró. Ahora está en nosotros poner en práctica sus grandes enseñanzas y preparar un mejor futuro para la Iglesia, cumpliendo con las exigencias y retos a los que el siglo XXI nos enfrenta.

FUENTES Y TEXTOS PARA PROFUNDIZAR
Los Evangelios apócrifos, BAC, Madrid 2005.
Prieur, Jean-Marc, Los escritos apócrifos cristianos, Cuadernos bíblicos 148, Verbo Divino, Estella 2010.
Vielhauer, Philipp, Introducción al Nuevo Testamento. Los apócrifos y los padres apostólicos, Sígueme, Salamanca 1991.
El catolicismo y los evangelios apócrifos, post del blog CONVERTIDOS CATÓLICOS, , recuperado el 12 de junio de 2018. (Aquí puedes consultar los discursos de los Papas que menciono arriba)

Redes sociales del autor (Instagram y Twitter): @andrespina__


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Andres Piña

Es un joven que busca ser comprometido con la Iglesia, al ser Dios quien define el sentido de su vida. Tiene estudios en filosofía y teología y disfruta mucho de conocer la realidad y sus grandes misterios. Siente afición por la música, el arte en general y los deportes. Disfruta mucho de compartir la fe con personas de todas las edades, buscando generar un buen ambiente de diálogo. Sostiene que la vida es para disfrutarse y la mejor manera de hacerlo es viviendo la alegría de hacer el bien.

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