Éste día, en México estamos de fiesta por ser el Día de las Madres. Y queremos dedicarle éstos renglones a la Madre Santísima, la preciosa Virgen María.

La mujer de quien Jesús heredó todas sus características, no sólo físicas sino también sus valores y hábitos. La niña que llevó en su seno a Aquél que cargaría después con el peso de todo el mundo. La que le enseñó a Jesús sus primeros pasos y le dio su primer alimento, sin saber que después sería Jesús mismo el verdadero Camino, y el alimento para la vida eterna.

Festejamos a María no sólo por ser Madre de Jesús, sino ¡por ser Madre Nuestra también! Porque en la Cruz, Jesús le dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo” (Jn. 19, 26), y desde ese momento, así como el Apóstol Juan, nos llevamos todos a María a nuestros hogares, convirtiéndola en nuestra segunda Madre.

¡Cuán Bueno ha sido Dios con nosotros, que nos regaló su joya más preciada! ¡Cuánto conocerá nuestros corazones, que él mismo experimentó el Amor de Su Madre, y quiso que nosotros lo experimentáramos también! ¡Qué delicia contar con María en nuestras vidas! María nos acompaña en nuestras tribulaciones como perfecta animadora, siempre detrás de nosotros, siempre en movimiento, siempre en oración, siempre con la frente en alto como en el calvario, pero con las manos entrelazadas por su preocupación hacia sus hijos.


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Lulú Garza

Lulú es Licenciada en Administración y tiene Maestría en Ingeniería. Ha pertenecido a la comunidad de servicio de distintos grupos parroquiales en donde ha trabajado con jóvenes, fue misionera, y parte del Equipo Base de Pastoral Diocesana de Adolescentes de Chihuahua. Actualmente cumple con su Misión de existir en su vocación: Su matrimonio!

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