A veces me preguntan qué es lo que realmente aprendo al ir a la iglesia, principalmente miembros de la propia familia cuando llego a sufrir alguna manifestación negativa o un mal gesto, por eso es para mí importante comprender cuál es la misión dentro del hogar. En ese sentido me gustaría compartir cinco puntos que considero pueden ser buenos para mostrar a la familia y seres queridos que viven en casa nuestras ganas de servir y ser misioneros en el entorno más próximo:

Aprende a sonreír


La mayoría de las veces lo más fácil sería sonreír a nuestra familia, regularmente entre esas cuatro paredes es donde algunos desahogamos la pesadez de la vida y ahí descargamos el “mal genio”. Esto es un punto a nuestra contra sí deseamos verdaderamente manifestar nuestro Cristocentrismo, en verdad sería complicado imaginar a Jesús haciéndole malas caras a José o María por muy difícil que fuera su jornada.

Sé positivo


Un ejemplo en mi hogar es que la queja está por mayoreo, mi papá del trabajo, mi mamá de nosotros, mi sobrina de la adolescencia y así van unos y otros expresando la inconformidad de lo que sienten como lastimoso. El punto aquí sería que nuestro servicio puede girar en torno a realizar el comentario positivo que puede, o no, cambiar la perspectiva de la vida que nos regala Dios a los miembros del hogar.

Realiza labores hogareñas

Tomar una escoba, trapear, lavar los trastes, organizar el baño no son exigencias o tareas que no hagamos en nuestro servicio parroquial, entonces sí podemos realizarlo en nuestra entrega al ministerio en el que participamos ¿por qué nos costaría un esfuerzo extra hacerlo en casa? Considero que sería un lindo gesto y una descarga para aquellos que regularmente hacen estas labores hogareñas que actuáramos con fortaleza en la iglesia y casa.

Lee la biblia en familia

Que complejo es vivir la fe en familia cuando los que estamos no participamos de la sagrada escritura por igual ¿Cada cuánto se hace oración en familia? ¿Nos damos un espacio para leer en familia la biblia? ¿Compartimos nuestro crecimiento espiritual en espacios de convivencia fraternal y hogareña? Sería bueno comenzar de poco e ir sumándole más espacios a ser y hacernos una casa donde los participantes crezcan espiritualmente en la parroquia y en el seno de la morada.

“Nunca terminen el día sin hacer las paces” –Papa Francisco

El contexto de la frase fue en cuanto a los matrimonios, aunque me tomo la libertad de invitarnos a realizarlo en todo el ámbito familiar. Las peleas son frecuentes, más cuando los días son duros, pero un católico debería aceptar que en primera instancia la vida tiene conflictos y las relaciones humanas no son perfectas, pero crecemos y nos hacemos en un Dios perfecto que nos invita a reconciliarnos (de forma sacramenta y fraternal) en los roces familiares del día a día.


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Raúl Trujillo

Raúl es un maestro de nivel secundaria con especialidad en Formación Cívica y Ética, participó como escritor en dos publicaciones oficiales de su escuela y disfruta mucho de los grupos católicos juveniles de los cuales ya tiene más de 10 años de experiencia.

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