El otro día fui a una reunión en donde estábamos hablando de mis gustos, que a todos les parecían un poco “raros” para ser una joven de 22 años que según la actualidad del mundo debería por lo menos una vez durante el fin de semana salir, ir al antro, tomar un poco (o mucho) y ¡divertirse!

La definición de diversión

Esa definición de “diversión” yo la he encontrado un poco pobre porque, ¿realmente alguien podría divertirse en un lugar que pretende obligarlo a ser alguien que no es? …yo he preferido no estar en donde no puedo ser yo misma.

No me mal interpreten, siempre he sido yo cuando estoy de fiesta, soy el claro ejemplo al igual que muchas de mis amigas de que si puedes divertirte sin tomar alcohol y si, las preguntas siempre son las mismas: “¿¡NO TOMAS!?” pareciera que no tomar alcohol hoy en día es una enfermedad, no sé por qué si a mí nunca me ha pasado nada, ¡al contrario! siempre he podido estar presente en el momento, disfrutar de la fiesta, tomar mis propias decisiones y acordarme perfectamente de todo al día siguiente. Ahora vamos a la siguiente pregunta que siempre ha sido una de mis favoritas: Entonces, ¿¡Nunca has estado borracha!? Y la respuesta como podrás imaginarte es un claro “no”. Una vez me dijeron algo tan ridículo como esto: “Entonces, ¿cómo vas a contarle a tus hijos lo que se siente?” Y yo pensé: El mundo está lleno de personas que pueden contarles eso, en cambio yo, quiero poder contarles cosas que realmente valgan la pena. Quiero poder contarles que la autenticidad es un valor que consiste en poder ser uno mismo en cualquier lugar, con cualquier persona y bajo cualquier circunstancia; que ser joven y decir “no” a tantas cosas que nos ofrece el mundo no es fácil, pero es el único camino que nos lleva a la verdadera felicidad sin atarnos a placeres pasajeros.

Nuestro verdadero valor

Recuerdo haber estado en una cena donde la conversación giró en torno a por qué le he dado el 0% de posibilidad al alcohol de ser parte de mi vida y el argumento de la persona con la que hablaba, que en ese entonces era mi novio, fue “por una vez que se te pasen las copas, no va a pasar nada” esta típica frase la he escuchado incontables veces de miles de personas, no quería escucharla de alguien que supuestamente debía valorarme y apoyar mis decisiones. Hoy sé que ese valor me lo ha dado Dios, Él me ha dicho “Tú vales mucho a mis ojos” –Isaías 43,4  y todos merecemos a una persona que nos mire de esa forma.

De la mano de Dios nuestra autenticidad cobra todo el sentido, Jesús fue el primero que vino a decirle “¡No!” a todas las mentiras que ofrecía el mundo, “Es quien nos dará siempre la fuerza para rehusarnos a ser mediocres y a tener la valentía para comprometernos humilde y pacientemente en ser la mejor versión de nosotros mismos”, como lo dijo San Juan Pablo II a los jóvenes en Chile. (Y si caemos, porque todos cometemos errores) Todas nuestras caídas, Dios las mira, las abraza y con su infinita misericordia, las perdona. Cuando nos equivocamos Él nos espera con los brazos abiertos para recordarnos que no estamos solos y que Él siempre nos amará; eso no significa que debamos permanecer caídos sino al contrario, debemos tomarnos de su mano para poder levantarnos y hacer de este mundo un lugar mejor.

Ser auténticos

Habiendo comprendido esto, será más fácil ser auténticos si caminamos junto a una persona que mira el Amor de Dios de la misma forma que nosotros, que está dispuesta o dispuesto a amarlo más a Él que a nosotros mismos pues quien ama a Dios, fácilmente puede amar a los demás. Se trata de convertirnos en la persona de la que nos gustaría enamorarnos; sirviendo a Dios, amando a los demás, dándonos espacio para el autoconocimiento, reconociendo que estar dispuesto a conocer a alguien implica también estar dispuesto a conocerse a uno mismo. Una vez leí algo tan cierto como esto: “Se necesita ser una persona emocionalmente fuerte para permanecer solter@ en un mundo que está acostumbrado a conformarse con cualquier cosa solo para decir que tienen a alguien”, en mi vida esa fortaleza emocional me la da Dios quien me susurra al oído todos los días la hermosa frase que dijo San Padre Pío: “Reza, espera y no te preocupes”.

Hay que sanar nuestras heridas primero para después poder amar en libertad, porque nadie puede pedir lo que no está dispuesto a dar. Una vez, una amiga compartió una foto que decía: ¿Cómo encontrar a la persona adecuada? y puso en la publicación de Facebook emojis llenos de preocupación y desesperanza, recuerdo lo que yo le contesté: “Dejando que Dios la encuentre por ti”.

Nunca olvidaré cómo terminó la conversación ese día: “¡Te vamos a conseguir a un novio loco Pame!” a lo que yo contesté: “Pero, ¡loco por Dios!”. Todos se rieron, pero lo que no sabían es que hablaba en serio.


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Pamela Vizcaíno Sánchez
Mexicana, estudiante de Ciencias de la Familia, que busca generar un cambio positivo en el mundo, mirando la dignidad de cada persona. Me gustan las hamburguesas, ir al cine y leer. Mi mayor anhelo es que el tiempo de Dios sea mi reloj y su voluntad mi camino. Dicen que soy una señora, y ¡no! ...bueno, a veces.

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