La Ascensión del Señor Jesús es el pasaje con el que San Lucas cierra su evangelio. Sin duda alguna tenemos mucho que aprender sobre este misterio que hace la pauta más importante en la vida de Jesús porque pasó de ser Cristo Resucitado a ser Cristo Exaltado a la derecha del Padre.

Sobre el relato Bíblico

En el Evangelio, Lucas narra que Jesús llevó a los apóstoles a Betania en donde los bendijo alzando sus manos mientras desaparecía de entre una nube y al mismo tiempo los discípulos se postraban ante Él. Después de esto corrieron a Jerusalén con alegría, bendiciendo continuamente el templo.

Sólo el que había venido del Padre por medio de la encarnación, podía volver hacia el Padre. Jesús después de venir a esta tierra, convirtiéndose en uno de nosotros para guiarnos en el camino y dejarnos su testimonio, es el que ahora nos deja la esperanza de que nosotros podremos también disfrutar del cielo en donde no existe el mal, en donde reina el amor que es Dios.

La única manera de llegar con el padre

El hijo de Dios nos enseñó que cumplir la voluntad divina es la única manera de llegar con el Padre. Así como Él que cumplió la obra que el Padre le había encomendado a pesar de todo lo que tuvo que pasar.

En la ascensión Dios nos recuerda que sus planes son perfectos, teniendo como fin nuestro bien. Aquél que fue juzgado, humillado, abofeteado y crucificado, hoy está en el trono más grande sin olvidarse de todos nosotros, al contrario, desde ahí nos llena de su amor.

“Ahora pues Padre, glorifícame con aquella gloria que ya compartía contigo antes de que el mundo existiera” (Juan 17,5). Jesús desde antes de todos los siglos fue Dios, Él sabía que al ser glorificado nos abriría la puerta de la vida eterna, por eso voltea al cielo y ora por todos nosotros.

El cielo es donde realmente Él pertenecía, ahí ejerce su sacerdocio eterno, ahí se convierte como dice en Hebreos en “Sumo Sacerdote de los bienes futuros”. Debe en nosotros caber la tranquilidad que está ahí intercediendo por nosotros, luego que su carne fue glorificada. Cuando hablamos de que se encuentra a la derecha del Padre, entendemos que Jesús posee de todo honor y divinidad siendo capaz de entrar a nuestra alma para sanarnos y confortarnos.

EL testimonio como el de los apóstoles

Nosotros tenemos que actuar como los apóstoles en su momento, es decir, salir llenos de alegría en cada eucaristía y compartir que también somos merecedores del reino de Dios, contar que aspiramos a una vida nueva en Cristo Jesús.

El Papa nos lo recuerda diciendo “Éste es el testimonio que cada domingo debería salir de nuestros templos para entrar durante la semana en las casas, en las oficinas, en las casas para los ancianos, en los lugares llenos de inmigrantes, en los lugares de encuentro y divertimento, en los hospitales, en las periferias de la ciudad…”.

Él subió para que subamos

Jesús subió al cielo para que nosotros podamos seguirlo y algún día también subir, pero mientras, tenemos la responsabilidad de dar este mensaje a aquellos que nos rodean, aquellos que han perdido la esperanza, aquellos que necesitan un nuevo respiro en su vida.

Recordemos pues con alegría que Jesús, murió, resucitó y ascendió para hacernos partícipes de su morada eterna, y de donde también ha de volver, si no es que nosotros antes cumpliendo su voluntad nos encontraremos con Él.

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Fernando de la Fuente
Estudia Ciencias de la Comunicación, tiene 21 años y es reportero de noticias. Tiene 7 años de misionero y 4 años de servicio en un grupo de adolescentes. Reír es su hobbie favorito, orar su mejor instrumento para estar cerca de Dios y amar su mejor forma de vivir.