Como católicos, tendríamos que tener claro que la fe es para los valientes. Una fe bien cimentada, no ciega. Apoyados siempre en nuestra capacidad para ser críticos. Tratando de encontrar “el justo medio” en todo lo que hacemos.

Afirmamos que Dios está en todas partes y que uno de los atributos de Dios es la belleza, ¿cierto? Tomando esto en cuenta, ¿podríamos encontrar belleza en una película de terror?

En esta ocasión, analizaremos algunos puntos de la película “Eso” (It), del director Andrés Muschietti, la cual está basada en la novela homónima de Stephen King. Esta película es perteneciente al género de terror y vale la pena resaltar que gran parte de lo que en ella se muestra es ficción.

Antes de seguir leyendo, cabe aclarar que este artículo presenta algunos (de los comúnmente llamados) spoilers, aunque, si ya viste esta película o sabes más o menos de qué va la historia, quizás sea más fácil entenderlo.

La historia se desarrolla en el pueblo de Derry, el cuál también es ficticio. En este lugar está ocurriendo algo muy extraño: varias personas, especialmente niños, están desapareciendo a causa de un fenómeno inexplicable. Dentro de los desaparecidos, se encuentra un pequeño niño llamado George Denbrough, a quien se observa, al inicio de la película, jugando en un día lluvioso y corriendo tras un barco de papel. Después de un tiempo sin poder alcanzarlo, el barco termina dentro de una alcantarilla.

Georgie, como lo llamaba su hermano, no puede evitar asomarse con la intención de recuperar su barco y entonces se encuentra ,aparentemente, con un payaso llamado Pennywise. Después de una conversación entre ambos, se observa cómo el payaso arranca el brazo de Georgie y enseguida arrastra al menor dentro de la alcantarilla.

Esto representa un golpe duro para Bill, hermano de George, quien junto con sus amigos Richard, Beverly, Eddie, Stanley, Mike y Ben tratarán de encontrar quién o qué cosa es causante de tantas desapariciones. Al desconocer al culpable, simplemente se refieren a él como “eso”.

1. Baño de Beverly.

Hay una parte de la cinta en que Beverly invita a su casa a los demás chicos para que observen algo que ocurrió la noche anterior en el interior de su baño. Todos quedan sorprendidos al ver lo que parece ser sangre cubriendo cada una de las paredes, el techo, el lavamanos, la tina y prácticamente todo el cuarto de baño. Los chicos quieren averiguar más al respecto, pero antes, Bill interviene diciendo que no pueden dejarlo así. Es entonces cuando vemos cómo los chicos, tranquilos y motivados, comienzan a limpiar el lugar poco a poco hasta dejarlo reluciente. Todo esto mientras suena la canción “Six Different Ways” del grupo The Cure.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en una situación parecida?

Podemos estar tristes, deprimidos, enojados o sorprendidos por algo que no nos deja seguir tranquilos con nuestra vida, pero solo nosotros decidimos si limpiamos eso que nos impide continuar. ¿Qué tanta suciedad hay en nuestro interior? ¿Queremos dejarlo así? Una ventaja que tenemos, y que muchas veces no tomamos en cuenta, es que Jesús siempre está dispuesto a ayudarnos a limpiar todas esas manchas que nos impiden ser la mejor versión de nosotros mismos, incluso está dispuesto a borrar hasta lo más difícil. Pero él no va a entrar donde no lo invitan, así que es importante tomar en cuenta todas las formas por las cuales podemos pedir su ayuda para ser, día con día, mejores personas: la oración, la eucaristía, el sacramento de la reconciliación, por supuesto.

2. La casa de Neibolt Street.

Hay una escena donde los chicos van en búsqueda de “eso” a una casa ubicada en la calle Neibolt, la cual luce bastante tétrica. Antes de entrar, la mayoría se muestran un tanto asustados. Para animarlos, Bill les cuenta que, cuando va a su casa, todo lo que ve es que su hermano Georgie ya no está. Están su ropa, sus juguetes, sus peluches, pero no Georgie. Así que, para él, entrar en la casa de Neibolt sería más fácil que entrar en su propia casa.

Esto podría hacernos pensar: ¿qué puede ser más terrorífico que perder algo o alguien que amamos?

“Nunca sabes lo que tienes hasta que lo ves perdido”, dice el refrán. Es aquí donde quizá este pequeño diálogo nos invita a aprovechar el tiempo con nuestros seres queridos, a vivir cada día sabiendo que muchas cosas no dependen de nosotros. Amar y dar lo mejor de nosotros mismos, siempre con la ayuda de Dios que, en todo momento, nos alienta y nos ayuda a superar hasta las situaciones más difíciles.

3. El miedo

Casi al término de la película, el grupo de amigos descubre que “eso” se alimenta del miedo y que, solamente unidos y quitándose ese miedo, lograrán derrotarlo.

DIOS NO QUIERE QUE VIVAMOS CON MIEDO. Citando la primera línea, “la fe es para los valientes”.

A veces pareciera que como iglesia nos aferramos a la fe solo por miedo, cuando tendría que ser distinto. Tendríamos que estar seguros de nuestra fe. Seguros de lo que creemos. Saber explicar por qué creemos lo que creemos. Crear cimientos fuertes, argumentos válidos. No evangelizar solo a través de los dogmas, sino también de cuestiones perceptibles, tangibles. Aclarar nuestras dudas, por simples que estas puedan ser. Seamos valientes y humildes para reconocer que no lo sabemos todo y, por lo tanto, siempre podemos aprender algo nuevo. Actuemos conforme a ello.

Hemos escuchado la frase: “si Dios conmigo, ¿quién contra mí?”, pero, ¿cuántas veces la tomamos en serio?
Teniendo conciencia de todo lo anterior, no tendríamos que tener miedo de buscar a Dios en las diferentes realidades que las demás personas viven, pues podemos hacer ver que ahí está él.

Muchas veces, como católicos, nos rehusamos a ver cierto tipo de películas, escuchar cierto tipo de música, leer cierto tipo de información o convivir con cierto tipo de personas, porque tenemos MIEDO a que, si lo hacemos, pueda confundirnos, llevarnos por un mal camino o cambiar algo de lo que creemos. Es ahí cuando debemos preguntarnos, ¿qué tan necesario es fortalecer nuestra fe y razón para ya no sentir miedo? Más aún: para mirar todo de una manera más crítica y aceptar que a veces, muchas de esas cosas a las que nos rehusamos, más allá de debilitar nuestra creencia, pueden enriquecernos y enriquecer a quien necesita de Dios.


¿Te gustó? ¡Comparte con tus amigos!

Daniel Piña

Daniel Piña es Licenciado en Comunicación. Es Católico por convicción y va conociendo la verdad a través de la fe y la razón. Algunos de sus hobbies son el cine, la fotografía, los deportes y, por supuesto, la música.

Comments

comments