Todos conocemos la parábola del hijo pródigo, aquel hijo menor del padre que solicita su parte de la herencia para irse a tierra lejana y despilfarrar todo el dinero en una vida de placeres. Luego que llega la hambruna a aquella tierra y viviendo en la miseria decide volver arrepentido y avergonzado donde el padre para pedirle que lo contrate como peón. Su sorpresa se da cuando el padre lleno de misericordia lo recibe con abrazos y lo reviste de hijo suyo. El hijo mayor al enterarse de todo, lleno de ira y celos reprende al padre por la misericordia que ha tenido ante el irresponsable hermano suyo.

¡Yo también fui un hijo pródigo! Si bien los judíos podían reclamar su herencia estando su padre en vida, esto se veía como una ofensa hacia el padre, era como decir “padre deseo que estés muerto para quedarme con la herencia”. Pues yo también a mi Padre le reclamé, le pedí darme todo lo que creí que me corresponde en la vida, que no se metiera en mis asuntos y así disfrutar todo en vanaglorias y placeres, pero también llegó un punto donde fui vacío y lleno de miseria y sabía que había solamente un lugar donde volver y llenarme de dicha. Y lo busqué a Él, llegué sin esperanza ante Él, con un corazón indigno de su amor y para mi sorpresa también me abrazó y me volvió a revestir como hijo suyo.

Y esta situación de mi vida sé que muchos la han tenido, hemos creído que Dios ha sido un estorbo en nuestras vidas que nos impide disfrutar los placeres de la misma. Pero siempre nos encontraremos vacíos, como aquel Agustín que buscó en tantos sitios calmar la angustia de su corazón y solamente en Él logró calmar aquel desesperado corazón
Pero también hemos sido el hijo mayor, nos cuesta a veces aceptar la misericordia de Dios en otros que a nuestro tonto criterio no merecen tanto perdón. Jesús probablemente lleno de Fariseos y pecadores cuenta esta parábola para hacer abrir nuestros ojos y colocarnos en ambas posiciones de los hijos. Pero lo más grande de la historia se da en el actuar del padre ¿dónde hallaríamos tanta misericordia y amor? San Agustín nos responde a esto diciendo “Nos hiciste para Ti Señor y nuestro corazón inquieto está hasta que descanse en Tí”

 

Por: Alonso Ramírez


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Redaccion

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