En la actualidad somos presa de diferentes y variados prejuicios, los cuales poco a poco van influyendo en las acciones o decisiones que tomamos en la vida.

Por un lado tenemos los prejuicios hacia los demás  que nos hacen caer en la tentación de etiquetar o catalogar a los otros, haciendo por lo tanto que esperemos tal o cual cosa de aquella persona sin dar oportunidad al cambio. Y por otro lado existen los prejuicios hacia nuestra propia persona, los cuales son los más peligrosos, porque estos nos impiden avanzar. Ideas que en ocasiones al estar presentes en muchos individuos se trasladan a un prejuicio colectivo, que se instala en tal pueblo o comunidad.

“¿Algo bueno podría salir de Chihuahua?” (Cfr Jn 1, 46),

Es una pregunta que como eco del Evangelio hoy muchos se podrían hacer, en una región que constantemente ha estado asolada por la violencia y la corrupción, en medio de una crisis de sentido y de valores, como muchas otras ciudades que en la actualidad presentan este tipo de problemática. Pero hoy, como en otro tiempo el testimonio de la entrega y del amor nos dice: ven y lo verás.

Para esto es necesario vencer el prejuicio del egoísmo y la idea de que en tiempos difíciles es imposible hacer un cambio sin necesidad de recurrir a la corrupción, la violencia o el tener que alinearse al sistema en decadencia que cada cierto tiempo se presenta en la sociedad. Y absolutamente todos estamos llamados a hacerle frente a este prejuicio que actualmente se nos quiere imponer, y como una voz malévola susurra a nuestro corazón diciéndonos que no somos capaces de cosas grandes, que no podemos ser felices, que es imposible para nosotros ser santos.

Ser santos, no importa la circunstancia, la dificultad o la vocación a la cual seamos llamados

Sin embargo en estos días celebramos a un hombre que mediante su entrega sencilla y extraordinario amor, se alza como una luz en medio de la oscuridad de su tiempo, donde todo gritaba ¡Muera la Iglesia! Y él con su corazón en el cielo y en el sagrario, (porque este había sido su propósito desde seminarista), gritó que valía la pena dejarlo todo aun la propia vida para anunciar el Reino.

San Pedro Maldonado, un cura de pueblo que en medio de la persecución religiosa que se desató en el pasado siglo en Chihuahua, norte de México, tiene en su vida un mensaje al cual no podemos hacer oídos sordos, y es el siguiente: Somos capaces de ser santos, no importa la circunstancia, la dificultad o la vocación a la cual seamos llamados, simplemente hace falta pasión y amor.

El padre Maldonado venció el prejuicio del miedo al no abandonar su tierra pese a la persecución violenta que se estaba dando y permaneció fiel junto a su pueblo ,haciendo aquello para lo cual Dios lo había llamado, extender su Reino y custodiar las almas para Él. Venció el prejuicio de considerarse muy poco capaz para la prueba que Dios le tenía encomendada, llegando al extremo del amor y recibiendo la mas grande recompensa antes de abandonar este mundo, al recibir la sagrada comunión a mano de sus verdugos, ellos sin saber lo que hacían y él agradecido por lo que por su medio Él le regalaba.

Con Pasión y amor se pueden vencer los prejucios

Aprendemos que pasión y amor se pueden vencer los prejuicios hacia uno mismo, descubriendo la capacidad de entrega propias. Porque al hacerlo vemos que nuestra tierra, nuestro mundo de hoy en día, no es un mundo de violencia y desesperación, de apatía y desesperanza, nuestra tierra es tierra de esperanza y compromiso y sobre todo es tierra de santos.

El padre Maldonado murió un 11 de febrero de 1937 en el hospital central de la capital del estado, y su pasión y amor no fueron estériles, estando su protección e intercesión presentes en el pueblo chihuahuense hasta nuestros días.

Quisiera cerrar con un dato curioso sobre un evento a nivel diocesano que se realiza para los adolescentes y  tiene muchos frutos. Este se lleva a cabo en un gimnasio muy conocido de la ciudad que lleva el nombre del gobernador en cuyo mandato se recrudeció la prosecución religiosa en Chihuahua que terminaría con el asesinato del padre Maldonado. ¿ Y porqué lo señalo? Por la ironía de que un lugar con el nombre de aquellos que fomentaron la persecución hoy se fomente la unión. Como la ironía de que el grito, que se pensaba callar con la sangre de un sacerdote inocente, se convirtiese en combustible para que este grito se extendiera y se prolongara por los siglos. ¡Viva Cristo Rey!

 

Sólo Dios basta

 

Autor: Hilo flamable.

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