En la actualidad muchas personas buscan tener paz. La buscan en yoga, reiki, meditación ancestral, piedras, zafiros, métodos de respiración y demás métodos que sólo ofrecen una paz momentánea y buscan reemplazar a Dios en sus intentos.

No, no me mal entiendas, la meditación de hecho fue utilizada por muchos místicos católicos y sigue siendo utilizada hoy en día, pero con Dios como centro. Efectivamente, Jesús sabía que el ser humano necesitaba de una paz superior. Una paz que fuera capaz de consolar, de sanar, purificar y acompañar toda nuestra vida. Independientemente si son tiempos difíciles o felices el Espíritu Santo estará ahí en cada instante, en cada segundo de nuestra existencia.

Y ¿Cómo mantengo encendido al Espíritu Santo?

¡Buena noticia! Una vez que lo tienes no lo perderás. Un ejemplo que me gusta mucho compartir para comparar es el del termostato de un boiler de agua. La flama se mantiene baja cuando el agua ya alcanzó la temperatura caliente. Pero cuando se empieza a enfriar y necesita calentar de nuevo, la flama enciende fuertemente. Así nosotros tenemos que alimentar nuestro espíritu orando, con los sacramentos, leyendo la palabra de Dios, viviendo congruentemente. De esta manera el Espíritu Santo encenderá tan fuerte que podrá actuar libremente en ti.

Vivimos una vida plagada de soluciones rápidas. “Una pastilla detrás de otra para seguir adelante, una emoción detrás de otra para sentirse vivos” lo dice muy claro el Papa Francisco. En su homilía nos invita a buscar al Espíritu Santo ya que es Dios actuando directamente en nuestras vidas y en nuestras decisiones. Así como cambió la actitud de los discípulos dándoles la armonía y valentía que les faltaba, así nosotros podremos vivir día a día con esa armonía y valentía.

El Vicario de Cristo nos invita a que busquemos la paz que nos trae el Espíritu Santo. Que dejemos que el fuego ponga orden en un mundo lleno de prisas donde la ansiedad reina y nos hace reaccionar de manera negativa a todo. Hoy te invito a aceptar al Espíritu Santo en tu vida. A tener esa paz que muchos buscamos, a que alimentes su fe y hagas que encienda el fuego de su amor, el amor de Dios en todo tu ser.

Por: Humberto Nieto

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Redaccion