Y esta afirmación de santo Tomas la podemos ver tan reflejada en el siglo XIII donde aparecen dos corrientes religiosas tan fuertes, cada una de ellas representando tanto la experiencia de fe como el estudio, estas corrientes fueron los franciscanos y los dominicos respectivamente. Cada uno de ellos creciendo tanto en una vida de espiritualidad, así como una vida de estudio y predicación.

Estas corrientes han sido fuente indispensable en las vocaciones religiosas, tanto los que buscan una vida de más contemplación, oración y espiritualidad, así como otros que buscan una vida de estudio, predicación y enseñanza.

Orígenes de San Antonio

Para finales del siglo XII nace en un pueblo de Lisboa, Portugal, Fernando de Bulloes, a quien la iglesia y feligreses conocemos mejor como San Antonio de Padua.

San Antonio inicia su vida espiritual en la orden Agustina, tal y como es el carisma agustino, lleva una vida de estudio profundo en la teología y las sagradas escrituras, pero en un momento de su vida cambia de orden e ingresa a la orden Franciscana, para la cual entrega su misión hasta el día de su muerte.

San Antonio es un claro ejemplo de cómo se puede vivir tanto una vocación espiritual, así como una de estudio y predicación. Un hombre prodigioso en la predicación y que con la guía franciscana vive una vida espiritual tan alta, que son innumerables los milagros que se le adjudicaron.

Dentro de la orden Franciscana se dedica a formar teológicamente a sus hermanos religiosos, esto bajo la autoridad que le brinda San Francisco en aquella carta tan corta y tan enriquecedora, lo cual da mucho mérito, pues San Francisco creía más en una vida espiritual que en una formación teológica. Pero era tal la admiración por San Antonio que le llamaba “Fray Antonio mi obispo”.

El santo de todo el mundo

Su vida se dedica a la predicación de masas; es tal su don de prédica que termina dando sus sermones en espacios libres por el conglomerado de personas que asistían a escucharle, pero también mostraba su lado espiritual haciendo extensas jornadas de confesiones las cuales le tomaban horas de horas y las realizaba en completo ayuno.

Fue llamado arca del testamento por el papa Gregorio IX y proclamado como el santo de todo el mundo por el papa León XII. Sus milagros en vida son prodigiosos, desde tomar en brazos al Niño Jesús con el conde Tiso como único testigo presente, así como hacer que los peces salieran de las aguas a escucharle predicar y aunque nos parezcan muchos de ellos fantasiosos, la mayoría de biógrafos de su vida coinciden en la veracidad de estos hechos. Y sus milagros después de su muerte fueron tan incontables que esto hizo que su canonización sea la segunda más rápida de la historia a 352 días después de su muerte. Su legado literario es tan impresionante que fue proclamado doctor evangélico de la Iglesia; con ello hacen eco la invitación que San Francisco le escribió “no apagues el espíritu de oración y devoción”.

A fray Antonio, mi obispo, el hermano Francisco, salud. Me agrada que enseñes sagrada teología a los hermanos, con tal que, en el estudio de la misma, no apagues el espíritu de oración y devoción, como se contiene en la Regla.

¡Que gran Santo! ¡Que gran ejemplo de integridad vocacional es San Antonio!


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Alonso Ramírez

Alonso es ingeniero mecánico, es nuestro único escritor costarricense, proviene de Cartago y ahí es servidor y formador en la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles. Es amante de la historia de la Iglesia principalmente en los estudios de nuestros primeros padres, fanático seguidor de San Agustín y Santo Tomás de Aquino.

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