Este domingo estaremos celebrando la fiesta de la Ascensión del Señor.
Es en esta ocasión Jesús se despide de sus discípulos, por lo tanto les deja a manera de Testamento, sus últimas palabras…

Es bien sabido que las últimas palabras que dicen algunos personajes antes de morir, son un parteaguas para conocer cuáles fueron los deseos profundos que guardaban en sus corazones y que tuvieron oportunidad de externar antes de la muerte.
Por ejemplo las últimas palabras que dijo el papa Juan Pablo II a sus cuidadores fueron:
“Déjenme ir a la casa de Padre” (Juan Pablo II, 2 de abril del 2005)

Y siendo Jesús nuestra figura principal, en el Evangelio de Mateo 28,16-20 Él también nos expresa un último mensaje antes de su ascensión al cielo, leamos con atención…

“En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado.
Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos”

Al leer este Testamento de Jesús, vemos cuál es su última voluntad antes de volver al Padre…

La Gran Comisión…

Nos centraremos primero en “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”
Esa es la gran comisión que nos encomienda a los que le seguimos.
Y además nos dice “Enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado…”

El encargo de Jesús es que seamos sus mensajeros, que no nos quedemos ni callados, ni quietos o estáticos. Al contrario Él nos dice… “¡VAYAN!”, salgan a dar testimonio y a proclamar la buena nueva a toda creatura, esta es la esencia misionera de la Iglesia, como también nuestro Papa nos lo ha recordado.

Testimonio y Predicación

Que mejor forma de hacerlo, que llevar a Jesús a todo lugar de las siguientes dos maneras:

1- El Testimonio de vida
2- Hablar del Señor

Primero inicio con el Testimonio de vida, porque es donde más debe notarse que conocemos y vivimos con Dios, porque quizá habrá gente que el único evangelio que leerán en toda su vida, es el que tú transmites con tu testimonio y con tu forma de relacionarte con ellos.
Al mundo no le hacen falta maestros, sino testigos que revelen con su vida que Dios está con ellos y transformando constantemente sus vidas.
Como bien dice la frase atribuida a San Francisco: “Predica siempre y si es necesario usa las palabras”
Para que sea tu vida lo que hable primero de tu relación con Dios.

Segundo, Hablar de nuestro Dios…
Bien decía San Pablo, “Ay de mí si no evangelizara…” (1 Cor. 9,16)
Es nuestra responsabilidad también anunciar de viva voz lo que hemos visto y oído del Señor.
Los corazones están hambrientos y sedientos de escuchar el mensaje de Dios, de llenarse con su presencia, y Dios ha escogido la locura de la predicación para llevar su salvación (1 Cor. 1,21).
Por tanto, Hablemos  del Señor y prediquemos su mensaje.

Por lo que en tu día a día habrá momentos en los que, una palabra de aliento, una oración elevada por alguien más, ese versículo para animar a alguna persona, ese llevar la buena noticia de sabernos amados por Jesús, todo eso y más debe estar en nuestros corazones constantemente, para que pueda salir de nuestras bocas, para animar y alentar a nuestros hermanos en su camino con Dios.

“Yo estoy” es presente, no es pasado ni futuro.

Para terminar su testamento Jesús cierra con broche de oro diciendo:
“Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos”

Él se va y promete quedarse con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos, ¿y cómo se quedó? Podemos encontrarlo diariamente en la oración, en la fraternidad, sintiendo el amor de nuestra familia, en la Biblia al leer su Palabra, pero la manera más tangible y más humilde en la que decide quedarse con nosotros es en un pedazo de pan, en la Eucaristía.

Me quedo en este pan y este vino

En la Última Cena invita a sus discípulos a comer del pan y tomar del vino anunciando que es su Cuerpo y su Sangre, de esta manera decide permanecer con nosotros día a día con su divinidad y su poder en la Hostia Consagrada.

Quizás sea difícil para ti creer sin ver, creer sin tener pruebas, creer a pesar de todos los argumentos en contra que la ciencia pudiera dar, pero personalmente quisiera platicarte el gran amor que yo percibo al recibir la Comunión pues siento la presencia de Dios en mi vida y en mi caminar.

No me siento sola, sé que Jesús me acompaña y me guía a seguir siempre por la senda de la paz y del amor.
Se queda conmigo y contigo todos los días en ese pedacito de Pan aguardando pacientemente a que nos decidamos a seguirlo y confiar en Él y en Su palabra para dejar Su mensaje de amor en nosotros mismos y en la humanidad entera

Él cumple sus promesas

Él cumple su promesa y se queda con nosotros. Te invito a llevarlo contigo, a presenciar su gran milagro eucarístico todos los domingos y los días de la semana que puedas asistir. Te invito a decidirte por una vida en donde sientas la presencia de Dios día con día tal como Él lo prometió.

Entonces ten ánimo para llevar el evangelio y recuerda que Él está siempre presente, porque verdaderamente Él está contigo todos los días hasta el fin de los tiempos…


¿Te gustó? ¡Comparte con tus amigos!

480 shares
Iván Castillo

Ama a Dios y la Vida, su Familia y Amigos, la Música el Deporte y la Aventura, Aprender, Reír, Bailar y Viajar. Es un siervo de Dios apasionado por los jóvenes, Predicador y Formador de nuevos evangelizadores, Coordinador de Grupos Juveniles, Misionero, Ingeniero y quizá hasta escritor. Desde hace años está Casado con Jesús… Oseas 2,18.

Comments

comments