No puede escapar de nuestra imaginación aquella mirada que María pudo haberle externado durante horas al niño Jesús después de su nacimiento. Una mirada llena de ternura que se desborda de sus ojos al no poder  ser contenido en ella.

Una mirada que descubre la fragilidad del hijo de Dios por su pequeñez y a la vez una mirada que profetiza su grandeza, no solo como hijo de Dios, si no también como hombre, un hombre trabajador que  será heredero de  el oficio de su Padre y que será dócil a la voz de su madre.

¿Qué puede encontrar María en la pequeñez de Jesús? ¿Qué puede descubrir en esos ojos tan pequeños? No lo sabemos a ciencia cierta pero podemos intuir que amó el misterio, lo amo durante horas y horas a más no poder. Lo amó hasta el extremo, Lo amó como la madre que es para Él.

Es tiempo en que nuestra Iglesia contemple a Jesús, que aprenda de su fragilidad y descubramos que lo frágil es fuerte en las manos de Dios.  aún en la tormenta es hermoso contemplar al hijo de Dios.

 


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Ric Pérez

Ric es arquitecto de profesión, diseñador y fotógrafo por pasión. Su labor en catoliscopio corresponde desde el inicio de los tiempos. Le gusta la tecnología y gusta de compartir expresiones de fe.

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