En nuestro recorrido por la formación de FE desde pequeños, muchos hemos encontrado con poemas dedicados hacía Dios… Estos han sido repetidos y expresados por muchas generaciones a través del tiempo, sin saber su origen, convirtiéndose muchas veces en cantos y canciones entonados en distintas celebraciones católicas.
Te dejamos dos bellísimos poemas que pueden ser útiles en tu oración, para una comunicación llena de fe, alegría y pasión hacia el Creador.
NADA TE TURBE
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
¡Sólo Dios basta!
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.
Autor: Siempre se ha debatido su autoría, sin embargo todo apunta que es inspirado de Santa Teresa de Jesús (Ávila 1515 – Alba de Tormes 1582)
SONETO A CRISTO CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte…
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Autor: Existe un debate, por su autoría. Muchos refieren que es anónimo y otras que lo hizo Francisco de Quevedo (Madrid 1580–Villanueva Infantes 1645)