Cuando uno se plantea el responder de manera cortes y educada ante los individuos que son capaces de cambiar nuestra tranquilidad por pensamientos de destrucción esto se convierte en una de las misiones más importantes de nuestro caminar.

Hace poco conversando con una buena amiga me comentó que su jefa era una desconsiderada por los maltratos constantes con los que la recibe en cada ocasión, dentro de la charla me decía que ella tenía tres años trabajando con esta persona y que en sus primeros encuentros ella le dijo de manera explícita que “No le gustaba su actitud, y que eso de creer en Dios es cosa de viejitas” aunque mi amiga no pasa de los 30; mis preguntas en ese momento eran varias pues hace mucho que no me toca enfrentarme a este complejo panorama. Ella de muy buena manera me contestó que a pesar de las actitudes tan fuertes que tenía la jefa no lograba lastimarla, simplemente en algún tiempo acaba con su paciencia y busca la manera de demostrarle que puede dar una cachetada con guante blanco al cumplir con todas las demandas que le pide por muy fuera de lugar que estén; mi amiga concluyó la plática afirmando que al ser católicos lo que nos corresponde es actuar con amor ante la falta de tacto que tienen los demás.

Una realidad  muy cruel

Uno de los discursos más repetidos por mi parte en el área educativa a los estudiantes es que muchas personas están súper concentradas en hablar porquerías de los demás en un intento de hacerlos sentir menos, existen muchas vidas que buscan por todos los medios dificultar el camino del prójimo y lo único que nos queda como personas civilizadas es tratar de manera completamente contraria a la dinámica que ellos llevan. Grandes personajes en la historia se han topado con actitudes aún peores, por mencionar algunos podemos traer a la memoria los tratos inhumanos que recibió Nelson Mandela, el poco diálogo que tuvieron los comunistas con Karol Wojtyla como obispo, la falta de apoyo del gobierno que sufrió la Santa Madre Teresa de Calcuta en su intento por encontrar un espacio donde atender a los más pobres, entre muchísimos más.

Al ejemplo de Jesús

El ejemplo de mayor impacto debería ser el de Jesús, definitivamente es el maestro de responder a personas difíciles. Lo vemos ante los fariseos, escribas, letrados, sacerdotes y doctores de la iglesia en un sinfín de repeticiones a lo largo de los cuatro evangelios. Sin embargo la mayor muestra de amor son las palabras que menciona sobre la cruz ante su padre “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Considero que Jesús además de ser el hijo de Dios se convierte en cada pasaje de su vida pública en un personaje que tiene mucho amor para las personas difíciles, Él fue capaz de tocar los corazones más duros y lo hizo por medio de la comprensión y la escucha.

En conclusión

Entonces la conclusión de este artículo es que no existe una formula exacta para trabajar con las personas difíciles, cada una de ellas tiene su historia y por eso manifiestan ese carácter, pero debemos asegurar que el amor, la escucha, el buen trato y los silencios son de suma importancia para ayudar a esos hermanos que has sido lastimados durante tanto tiempo por los demás o debido a esa manera de ser tan autodestructiva que aleja a las personas. La invitación de este día es responder con amor a todos esos hermanos, a orar por ellos y por las situaciones que los ha inclinado a ser así. Que aunque no los entendamos y a veces nos transformen en una turba iracunda, debemos entender que lo único que podemos hacer es responder como menos lo esperarían, con amor.


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Raúl Trujillo

Raúl es un maestro de nivel secundaria con especialidad en Formación Cívica y Ética, participó como escritor en dos publicaciones oficiales de su escuela y disfruta mucho de los grupos católicos juveniles de los cuales ya tiene más de 10 años de experiencia.

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