¿Alguna vez te has puesto a pensar, qué es lo que anhelas verdaderamente en el corazón?
Bienvenido a esta SEGUNDA PIEZA del rompecabezas que iremos armando juntos acerca de la Teología del cuerpo, ¡qué bueno que estás aquí!
(Si no leíste la 1ª. Pieza del Rompecabezas y quieres hacerlo, aquí la puedes encontrar).
Te tengo tres noticias respecto a tu corazón, dos buenas y una mala.
PRIMERA BUENA NOTICIA
El corazón siempre lo hemos percibido como el motor de nuestra vida, por un lado en la parte física con su tarea de bombear sangre a nuestro cuerpo, o incluso cuando el corazón deja de latir es cuando en las películas (y en la realidad también) los doctores declaran que murió un paciente.
Por otro lado también es común escuchar frases como estas:
“Te deseo lo mejor, de corazón te lo digo”, “Mi corazón late por ti”, “Lo anhelo con todo mi corazón”. Hasta cuando en una fiesta en México todos bailamos al ritmo de la conocida canción de Caballo Dorado que dice: “No rompas más mi pobre corazón”.
CORAZÓN = MOTOR
El corazón también en la parte emocional y espiritual lo vemos como un motor, esto que nos impulsa y nos mueve a avanzar, a buscar, a ir tras algo más.
Del corazón nacen los anhelos y estos son como el combustible para este motor que nos hace buscar lo que nuestro corazón quiere.
¡Estos anhelos Dios los puso en nosotros!, y cómo nos dice la Biblia después de que Dios crea al ser humano “Dios vio cuánto había hecho y lo encontró MUY BUENO” (Génesis 1,31)
Esta es la Primera buena noticia:
Estos anhelos son obra de Dios en ti y además ¡SON MUY BUENOS!
LA MALA NOTICIA
Nuestro corazón siempre buscará saciar estos anhelos que hay en su interior, y esto no es malo, peeeeeeero (redoble de tambores que aquí viene la mala noticia) nuestros anhelos pueden desviarse o torcerse.
Los anhelos del corazón pueden impulsarnos a buscar pero podemos dirigirlos a algo que nos lastima, que nos hace daño y es aquí donde nos encontramos con el pecado.
Como dice el Evangelio “Del corazón nacen las malas intenciones, los homicidios, los adulterios…”
Mateo 15,19
De manera que un anhelo en el corazón nos impulsa a buscar como satisfacerlo y a la hora de encontrar algo que verdaderamente no nos llena, nos desilusiona o nos decepciona.
EL NÁUFRAGO Y EL AGUA DE MAR
La situación se vuelve como el náufrago que en medio del mar está tan sediento que decide tomar agua de mar, ¡Error!, porque esto es dañino para él, incluso a veces lo deja peor que antes.
A veces buscamos saciar los anhelos de nuestro corazón en cosas que no podrán llenarnos y que solo terminan dejándolo más sediento de algo (o de alguien, más bien) que si pueda llenarlo, y es aquí donde descubrimos que Dios es el único que puede satisfacer el corazón del hombre plenamente, como si tuviéramos un hoyo en el corazón con la forma de Dios y que solo Él puede ocupar ese espacio para llenarlo completamente.
Como diría San Agustín:
“Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti”
Es necesario descubrir que solo Dios es capaz de dejar el corazón rebosante, lleno, pleno.
OTRA BUENA NOTICIA
Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas. (Ap. 21,5)
¡Qué gran noticia!
Él es capaz de renovarnos por completo, nuestros corazones, nuestras intenciones, nuestras búsquedas.
Dios puede renovar eso que se ha torcido, eso en nosotros que tiende hacia algo que nos daña o que nos lastima y que no nos deja vivir en plenitud.
Con su gracia Él mismo puede reorientarnos hacia Él y hacernos nuevos también a nosotros.
AL INFINITO Y MÁS ALLÁ
Ahora te propongo un ejemplo del espacio sideral:
En este año 2020 la compañía Space X logró mandar una nave espacial con dos astronautas a la Estación Espacial Internacional. ¡El lanzamiento del cohete fue todo un éxito!
Vimos con asombro como despegó este cohete con una impresionante fuerza para lograr llegar hasta el espacio, o como dirían en la película de Toy Story: “Al Infinito y más allá”
Quiero que pienses en que tú eres este cohete espacial y que tu diseño es mucho mejor que cualquier diseño de la NASA porque fuiste diseñado por el mejor ingeniero, Dios.
Y Dios te diseñó con este combustible interior que es capaz de hacerte despegar con toda esta fuerza y de hacerte llegar hasta el cielo, literalmente hacerte llegar con Él, el único infinito.
Este combustible tan potente en el cohete espacial… ¡son los anhelos de tu corazón! Estos anhelos son el combustible que tiene la capacidad de hacerte llegar a Dios.
APUNTANDO HACIA DIOS
Es indispensable que el cohete espacial esté bien dirigido, que esté apuntando hacia dónde quiere llegar. Porque, ¿qué pasaría si el cohete espacial, en lugar de apuntar hacia el espacio, estuviera apuntando hacia su misma base de despegue, o hacia alguna montaña, o hacia el mar?
El combustible del cohete sigue teniendo la misma potencia, pero ese viaje acabaría en tragedia porque el cohete terminará estrellándose.
Es igual con nuestros anhelos y deseos, si no los orientamos hacia Dios terminarán estrellándonos contra algo que podría destruirnos por completo y que no puede saciar nuestros corazones.
Qué importante que reconozcamos nuestros anhelos y que sepamos que ellos nos pueden impulsar si sabemos orientarlos, hacia aquello para lo que fuimos hechos: Dios.
Este camino de conocer nuestros anhelos es un largo camino de autodescubrimiento, sabiendo que todos estos anhelos Dios puede hacerlos nuevos y reorientarlos para que apunten a Él.
Si quieres seguir en esta aventura con el Mapa de la Teología del Cuerpo y descubriendo cómo orientar tu vida a Dios, te dejo una nueva pieza para seguir completando este rompecabezas…
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Y nos vemos en la siguiente pieza del rompecabezas. ¡Dios te bendiga!